Muchas veces resulta complicado escribir, sobre todo cuando la muerte o el terror están detrás de la actualidad, y un torrente de información se desliza únicamente por una de las laderas. Muchas veces hay que tener la templanza suficiente para recopilar datos, analizarlos, y como es el caso, visionarlos.
En un primer momento no quise acercarme para ver cómo sucedieron los hechos, pero me obligué a ello sabiendo las innumerables herramientas que utilizan para distanciarnos cada vez más de la búsqueda de la verdad. Así, también creo necesario dejar los enlaces que ayudan a comprender mejor cómo transcurren los acontecimientos y, lo que es más importante, cómo desean que respondamos.
Provocar la mayor conmoción y el pavor necesarios para exprimir todas las posibilidades, es el objetivo de la difusión del vídeo donde el periodista James Foley es presuntamente asesinado. Muchas son las razones que hacen pensar que, nuevamente, estamos ante una estafa mediática de compleja lectura, pero que respeta muy bien los movimientos realizados desde la Casa Blanca y la CIA.
James Wright Foley
Y decimos nuevamente porque debemos recordar una historia muy similar acaecida en mayo de 2004. El ciudadano estadounidense Nicholas Berg cae en manos de un grupo islámico, y se difunde un vídeo con la aparente decapitación del mismo. Dicha difusión recibe el beneplácito instantáneo de las cadenas Fox News, CNN y BBC, llegando en pocos momentos a millones de personas. El siguiente paso acontece en la jornada posterior a la aparición del vídeo, con la confirmación por parte de la CIA de su autentificación, y mostrando con titulares contundentes que los terroristas árabes actúan en venganza contra Bush y los Estados Unidos. Casualmente, días después, esas imágenes desaparecen del sitio donde estaban alojadas.
Diferentes análisis completos del vídeo (las cadenas sólo emitían imágenes parciales) llevaron a muchos estudiosos a confirmar su falsedad, y demostrar muchas de las lagunas que supuestamente lo respaldaban. Quiero recordar que en aquella ocasión tardaron también bien poco en señalar al presunto autor de la muerte; el jordano Abu Moussab Zarkaui.
El proceso, a todas luces, responde a una metodología similar, y siempre tragi-cómica. EEUU y sus aliados ayudan a grupos terroristas a financiarse e integrarse en “grupos de presión” para quitar del poder a gobiernos vigentes o sembrar el terror. Luego se escenifica algún daño, bien al propio país o a alguien de sus ciudadanos por parte de los mismos terroristas. Y finalmente, ya tienen excusa para quitar a éstos de en medio, o a todo aquél que presuntamente les apoya o no permite el avance de los intereses planificados.
Resulta probable que Siria esté en el blanco. Y lo peor de todo, que nuevas incursiones y matanzas de civiles en la franja que va hasta Irak van a ser noticia.
Vamos a mostrar cómo recabaron la trágica noticia del asesinato de Nicholas Berg.
Un grupo islámico identificado de Al Qaeda procede a cometer un asesinato.
En el mismo, se cita el Corán o la Guerra Santa, y además se amenaza directamente al presidente de los Estados Unidos.
Los medios de información inmediatamente amplifican la noticia.
Casi sin tiempo de contrarrestar nada, la CIA no duda en confirmar que Al Qaeda está detrás, y hasta da los nombres de los máximos responsables.
Bush emite un comunicado condenando enérgicamente todo, y haciendo constar que atacar cualquier interés estadounidense o a cualquier ciudadano, tendrá la respuesta oportuna, a la que denominará “guerra contraterrorista”.
No hay mucho más que añadir. Sustituimos Al Qaeda por EI, y a Bush por Obama, y la narración sigue el mismo patrón. El primer suceso tiene lugar justo depués de que salieran a la luz las torturas de Abu Ghraib, y éste que tenemos ahora en un desesperado intento de eliminar a Rusia del panorama internacional, abriendo la lata en Ucrania y en Oriente Medio.
Los movimientos que se están dando son extremadamente graves, tanto por las terribles consecuencias que van a tener, como por la enorme dificultad para poder parchear todos los frentes abiertos.
Todo parece indicar que no va a resultar facil controlar la ingente cantidad de dinero y medios que se les han asignado a numerosos mercenarios para sembrar de angustia esa y otras muchas zonas del planeta. ¿Existe mejor forma de poner en alerta a Occidente para lanzar continuas ofensivas contra el Islam? ¿Existe mejor plan para que Estados Unidos advierta, como ya lo ha hecho, de que los yihadistas del Estado Islamico son mucho más que un grupo terrorista, y además asegure que valoran todas las opciones para acabar con ellos?.
Cuando Estados Unidos e Israel valoran todas las opciones derrumban todos los cimientos. Es cierto que Arabia Saudi, Qatar, Kuwait, los Emiratos Árabes, Jordania y Turquía andan enredados posicionándose en un lado o en otro (o incluso en los dos cuando hace falta) para asegurarse las raciones más suculentas. Pero es de una complejidad abrumadora seguir el rastro a cada uno de ellos e ir posicionándolos en el tablero de ajedrez.
Lo que hoy venimos a cuestionar es la forma con la que se actúa para tratar de justificar acciones bélicas que están programadas con muchísimo tiempo de antelación. (Como siempre ha sucedido también, Obama recalca una y otra vez la ayuda humanitaria que está enviando a minorías religiosas. Ayuda a la que le acompañan misiles y aviones de combate que terminarán por dar en la diana).
“Estados Unidos no puede mirar hacia otro lado. América viene a proteger” De este modo, para evitar que miles de personas mueran de hambre y sed, los F-15 despliegan todo su saber y se aproximan al objetivo. Pero eso si, antes de nada, un nuevo golpe de mano con la destitución del primer ministro iraquí Nuri Al Malaki, un obstáculo para lanzar ofensiva, y otros movimientos anecdóticos; la dimisión forzosa del príncipe saudita Bandar Ben Sultan el 15 de abril, y la de su hermano el príncipe Salman Ben Sultan el 14 de mayo, bajo la presión del secretario de Estado John Kerry y del secretario de Defensa Chuck Hagel, demuestrando la voluntad estadounidense de avanzar. De avanzar allí donde desean. Y todo hay que decirlo, Bandar Ben Sultan (hijo adoptivo de George H. Bush) es a ojos de muchos analistas internacionales, el máximo responsable de la financiación de grupos rebeldes y mercenarios en Irak, Libia o Siria!.
Bandar Ben Sultan y George Bush
Puede ser que hasta enemigos viscerales se unan para atacar al Estado Islámico. Un grupo de ciudadanos del mundo venidos de Chechenia, Etiopía, Irak, Siria, Libia, o Jordania, sedientos de dinero facil y ausentados de todo temor. Reclutados por la élite bancaria y ahora haciéndose fuertes para controlar la fuente de esa misma élite, los pozos petrolíferos que se despliegan en el mismo sector donde las bombas adormecerán nuestras reflexiones.
Los vídeos que han ido infestando las redes sociales (con los asesinatos que han ido sucediéndose éstos últimos meses) son de una dureza espectacular. De todos los que hemos podido hallar, ninguno guarda relación con éste (James Foley), del que recibimos información detallada. En los primeros, su crudeza, su calidad, su textura, su ambientación, su sonido…, es como si todo encajara. Los escenarios contemplan una mirada diferente. Pero lo más llamativo lo atisbo en esa escasez de pruebas que nos hagan ver el hecho más insólito. ¿Es el periodista James Foley quien aparece en el video que ha dado la vuelta al mundo?. Estudiemos las semejanzas y procuremos a pesar de la incómoda situación que transitamos, estudiar con rigor todo aquello que nos parezca susceptible de interferir en la búsqueda de la verdad.
Aun siendo críticos con nosotros mismos, y exigiéndonos más para poder llegar a dudar de las noticias que nos llegan de un modo precipitado e insolente, tenemos más argumentos para cuestionar las agencias de comunicación occidentales, e insistir en cómo se generan las noticias y cómo nos contaminan.
Acaban de publicar que el periodista estadounidense fue asesinado hace un año. Es del todo increible que la CIA no supiera esto. Es más, todo sigue plegándose con nuestra tesis, y sostenemos que dudar de sus argumentos no sólo es necesario, sino urgente en unos momentos donde nos están avasallando y controlando de una forma desmesurada.
Vivimos una época donde las noticias solo sirven para apaciguar nuestros sueños o engendrar miedos con obsolescencia programada, haciendo posible que el fin de la vida útil de un servicio (cual es la información) sea casi efímero. Las redes sociales son de gran ayuda para propagar cualquier “incidencia”, y los medios de información son letales para fumigarla recibida la orden pertinente.
Casi sin tiempo para asimilar la noticia de la decapitación, se abren varios frentes para ir poniendo barreras a su publicación. Es esclarecedor ese modus operandi; primeramente se nos presenta con urgencia una noticia que desean sea vista hasta en los confines del universo, para después pasar no solo a amortiguarla, sino a hacerla desaparecer hasta que queden solo los flecos que hechicen nuestro odio al universo musulman y abracemos la “causa americana”.
“Nos gustaría recordar al público que ver, descargar o diseminar material extremista dentro de Inglaterra puede constituir un delito bajo la legislación antiterrorista”, expresó en un comunicado un agente de la policía británica metropolitana, para pasar a decir acto seguido que ellos ya están investigando el contenido del vídeo. Y por otro lado, comienzan a circular llamamientos en Twitter con la etiqueta #ISISmediablackout para que no sea difundido el vídeo, argumentando que solo sirve para hacer propaganda de los asesinos. Del mismo modo, Youtube ya empezó a cerrar cuentas desde las que se difundía la grabación.
Estados Unidos ya ha entrado en Irak (según ellos, de forma legítima)…, y me temo lo peor.
Las circunstancias actuales han generado que toda aquella persona que no se someta al pensamiento único, sea cuestionado en su integridad moral e intelectual, sobre todo cuando lo que se pretende es abrir grietas en las sólidas bases de un mecanismo de información sofisticado y beligerante. De ahí la urgencia con la que se ha de trabajar, para cuestionar no solo los hechos que parecen más relevantes, sino cualquier noticia que nos llega desde las cavernas de las agencias de divulgación.
Las trabas para poder averiguar qué está sucediendo en este mundo son alarmantes, porque apenas si tenemos opción para seguir las pistas que nos lleven a revelar la certeza. Pero eso no ha de ser un impedimento. Probablemente no podremos llegar a saber dónde se oculta la información que buscamos, pero ello no es óbice para que podamos dudar de toda la que nos ofrecen. Es más, me atrevería a decir que si somos capaces de darle la vuelta a la mayoría de los partes que nos llegan, más cerca estaremos de descifrar los “tesoros” que nos ocultan.
Podemos equivocarnos en nuestras apreciaciones, mas no hay motivo para retener las pesquisas. Una de las más lúgubres maniobras de nuestras democracias es convertir la búsqueda de la verdad en delito y, de paso, hacer creer que las reflexiones que emanan de esa búsqueda sean consideradas subversivas o radicales.
joséluis vázquez doménech, sociólogo
http://iniciativadebate.org/2014/08/27/sobre-la-difusion-del-video-del-asesinato-de-james-wright-foley/
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