El Muy Honorable Presidente Torra, pasa revista a los Mossos d'Esquadra
Rajoy-Rivera y el tándem Puigdemont-Torra pueden tener pactado el recambio constitucional y la libertad de los "presos políticos".
El escenario político no se complica, sino que se simplifica. La urgencia por evitar una posible presencia ruso-china en Cataluña, donde ya existen fuertes intereses económicos de ambas potencias, podría acelerar el pacto secreto para la segunda transición que tiene como detonante el "conflicto" catalán. El nuevo President es un intelectual, alejado del discurso fanático que se le imputa: es un federalista convencido que avaló a Pedro Sánchez en el PSOE. Se trata de la pieza que faltaba para llevar a España a un máximo de tensión constitucional y ofrecer la salida europeísta. En este sentido, Estados Unidos estaría presionando para adelantarse a las acciones estratégicas de Moscú y Pekín.
En el caso de Rusia, las necesidades actuales dentro de la diplomacia rusa son: la presencia militar o la posible coordinación en Defensa, expandir sus mercados financieros y que sus empresas puedan ganar espacio a nivel global. Aliviar la tensión en Ucrania es un efecto tan deseado como lo conseguido en Siria por los militares rusos.
En el ámbito de la Defensa, una posible república catalana podría quedar fuera de la OTAN, por lo que Rusia le podría ofrecer su reconocimiento y cooperación a cambio de, por ejemplo, poder amarrar sus buques en los puertos catalanes. Uno de los problemas estratégicos que tiene la Federación Rusa es que solamente el puerto sirio de Tartus les sirve como base en el Mediterráneo, puesto que España y la Europa Occidental forman parte de la OTAN y la actual escala de conflicto impide cualquier cooperación. Recordemos las advertencias de la alianza atlántica al respecto cuando España iba a aprovisionar a la flota rusa que se dirigía a Siria en Ceuta.
Aunque para España sería una comunidad autónoma más, y para la OTAN también, la falta de medios para evitar tales acciones de una reconocida república catalana por parte de Rusia, dejan que la única vía posible sería entre la OTAN y el gobierno catalán. Y es la única vía porque los tratados de la Unión Europea prohíben hacer uso de la fuerza militar contra la población civil, y el coste de frenar una posible república catalana reconocida por Rusia, a quien la federación protegería al reconocerla como soberana, complican las cosas más allá de los canales diplomáticos. Si la OTAN quisiese evitar tales acciones en territorio catalán debería exigir a Cataluña que no las llevase a cabo, y por lo tanto, previamente debería reconocer la república catalana para poder hacerlo. O forzar a Madrid a un cambio federalista que otorgue mayor soberanía a los catalanes. En eso estamos.
Desde un punto económico, si la Unión Europea decide expulsar a Cataluña, aparte de la gran cantidad de inversiones europeas que quedarían por tanto sin la cobertura de la UE, también permitiría que Cataluña, tras su expulsión, abriese la puerta a inversiones rusas que ahora no son posibles como consecuencia de las sanciones comunitarias contra ellas. Abriendo una escala de grises a una situación que ahora se está gestando de forma dicotómica entre el sí o el no. A la Unión Europea no le interesa tener una Crimea en el sur de Europa, nudo de comunicaciones e infraestructuras troncales europeas, que tendría como consecuencia una España que quedaría casi aislada como consecuencia que la principal vía de comunicación de mercancías es a través de la provincia de Girona, Cataluña. Es por ello que la UE debe reconocer Cataluña para frenar esto.
En el caso de China solamente tendría la vertiente económica. Después de la infraestructura del puerto de Gwadar en Pakistán, del que hablamos en la columna “La alianza económica y militar chino pakistaní, ¿amenaza para el eje India-Estados Unidos?”, la consolidación de Barcelona como enclave de inversiones del mercado chino en Europa, norte de África e incluso como punto medio para las conexiones con Sudamérica abre la puerta a un interés especial para que en caso de una nueva república, el gobierno chino pueda influenciar sobre nuevas legislaciones comerciales mientras la republica catalana queda al margen de la Unión Europea. El reconocimiento de China de La República de Cataluña podría ofrecer una legislación más favorable al comercio en territorio europeo geográficamente hablando, que no económicamente. Aunque, según las circunstancias, se puede dar el caso de que algunos países puede que la reconozcan y otros no, y China juegue entre estas dos realidades. El proteccionismo que existe en la comunidad europea no existiría en Cataluña, si se legisla hacia esta dirección, y al mismo tiempo podría seguir beneficiándose del espacio Schengen una vez las mercancías estén aquí puesto que para algunos países Cataluña seguiría siendo una simple región española.
De la misma forma que podría hacer Rusia, velando por la soberanía de la república catalana, la República Popular de China podría hacer lo mismo, reconociendo y protegiendo su soberanía, siendo moneda de cambio el reconocimiento de esta en las instituciones de las que estos dos países forman parte si hubiese un acto hostil al respecto. Es posible que frente a tal escenario los silencios administrativos serían lo más aconsejable, puesto que si Rusia o China, o ambos países reconocen una República de Cataluña, pueden salir en su defensa si peligra su integridad y el gobierno catalán pide ayuda a la comunidad internacional, no olvidemos que ambos son miembros permanentes del consejo de seguridad de la ONU. Los caminos de la diplomacia son complejos, y si hay intereses encima de la mesa, aún se puede ser más contundente en las declaraciones o políticas.
En conclusión, la inacción de la comunidad europea frente a un reconocimiento de Cataluña por parte de Rusia y la República Popular China, o el simple hecho de negarlo, provocaría que ambas potencias tuviesen un pie en el corazón del territorio continental europeo. Cualquier vulneración de soberanía de una reconocida república catalana puede llevar consigo sanciones de ambas potencias hacia quien lo haga, generando que sea necesario un trato de igual a igual entre los Estados y el Ejecutivo catalán, provocando el reconocimiento de dicho Estado, para conseguir una resolución a través de la vía diplomática en tal situación. Por estas razones, la única solución viable para la UE-OTAN es forzar al cambio constitucional en España, promocionando el europeísmo y vendiendo la vía federal como la única que puede evitar un conflicto civil armado.
http://www.institutodeestrategia.com/articulo/internacional/el-golpe-de/20180516182646013381.html
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