El secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, reclamó ayer la retirada de "las tropas y tanques rusos" de Ucrania. "Rusia habla de paz, pero no ha hecho de momento nada por la paz", declaró Rasmussen. "Más bien ha sido al contrario: todos su pasos han contribuido a la escalada militar y a la desestabilización de Ucrania". Esto lo decía el citado funcionario (al que todo pagamos un sabroso sueldo) horas antes de que se llegara a un alto el fuego en Ucrania, gracias, fundamentalmente, a la iniciativa del Kremlin.
Mientras el presidente ucraniano, Petro Poroshenko, expresaba su "cauto optimismo" ante la firma del alto fuego, Rasmussen reiteró sus ataques verbales contra el presidente Valdimir Putin, a quien acusó de llevar a cabo "el primer intento de usurpar un territorio europeo desde la Segunda Guerra Mundial". Por supuesto, Rasmussen, cabecilla del “partido de la guerra” en la OTAN, no recuerda que “alguien” le arrancó un importante territorio a Serbia, que actualmente toma el nombre de Kosovo.
El todavía Premio Nobel de la Paz Barack Obama y David Cameron endurecieron también el tono. En un artículo conjunto en el diario 'The Times', el presidente norteamericano y el 'premier' británico defendieron la "presencia persistente" de la Alianza en Europa del Este y acusaron a Putin de forzar a Ucrania "a abandonar su derecho a la democracia a punta de pistola". Es muy difícil que nadie pueda alcanzar tan altas cotas de cinismo.
Como gran decisión, los líderes de los 28 países miembros de la Alianza cerraron un acuerdo para imponer una nueva batería de sanciones económicas a Rusia. Las sanciones, que afectan sobre todo al sector bancario, de la energía y de defensa, serán anunciadas por Estados Unidos y la Unión Europea, sin esperar siquiera a si fructifica el alto el fuego, lo cual demuestra que la política de agresión de la OTAN contra Moscú no está directamente relacionada con la situación ucraniana.
La realidad es que la cooperación entre Ucrania y la OTAN se remonta a 1994. Desde el 2008, Kiev coopera con la OTAN a través de un programa anual de asistencia que supone la puesta en marcha de reformas estructurales como condición previa para acceder a la Alianza. Pero el plan de integración fue archivado en el 2010 por el presidente Viktor Yanukovych, lo que le puso en el disparadero del golpe de Estado organizado desde la embajada de EEUU en Kiev.
Rasmussen también anunció que los aliados aportarán 50 millones de euros para fondos fiduciarios de ayuda a Ucrania y defendió la necesidad de "responder con más sanciones económicas contra Rusia mientras siga desestabilizando el este del país y facilitando armas a los rebeldes".
La segunda decisión es la puesta en marcha de una fuerza de acción rápida para ser desplegada a corto plazo, en un periodo de no más de cuatro días. Aunque la composición de esta fuerza aún no ha sido revelada, se estima que estará conformada por unos 4.000 efectivos. Esto no es más que una fanfarronada de la OTAN, pues la Alianza sabe perfectamente que en una guerra abierta con Rusia, una unidad de 4.000 hombres, de diversos países, no puede tener carácter estratégico. La realidad es que no es más que una maniobra propagandística para dar una falsa sensación de fortaleza y vender a la opinión pública que el alto el fuego en Ucrania se ha conseguido gracias a la “firmeza” de la OTAN que habría “asustado” a Moscú. Podemos imaginar las risas en el Kremlin…
Por lo demás, la reunión ha sido un auténtico fiasco donde han quedado en evidencia las profundas contradicciones entre sus miembros, divididos en dos bloques principales: El “partido de la guerra”, formado por Canadá, los EEUU y sus lacayos más serviles en Europa (Reino Unido, las repúblicas bálticas, Noruega y Polonia) y, por otro lado, el eje franco-alemán con sus áreas de influencia, mucho más reacios a elevar la tensión con Moscú más allá de medidas propagandísticas o de bajo calado.
Prueba de ello es que las medidas duras y que podrían significar un salto cualitativo en la situación no se han tomado, como son:
- La suspensión del acta de colaboración OTAN-Rusia, a lo que hasta ahora se ha negado Alemania.
- El apoyo que la UE ha dado al Plan de Paz de Putin para Ucrania.
- La decisión de la UE de excluir de cualquier paquete de sanciones la continuación del estratégico gaseoducto ruso South Stream, que ya dio su estocada de muerte al proyecto Nabucco, en el que estaba EEUU detrás.
Más fuerzas de la OTAN en los países bálticos son otra medida propagandística
Durante su visita a Estonia el presidente de EE.UU., Barack Obama, anunció el fortalecimiento de la presencia militar en los países bálticos. Algunos analistas no creen que se trate de un paso militar realmente serio.
El fundador de la revista 'Baltiyski Mir', Dmitri Kondrashov, cree que los Estados bálticos, en el territorio de los cuales se planea ampliar la presencia militar de la OTAN, tienen el papel de "estimulantes". "No puedo decir que se trate de algún movimiento militar serio, porque si nos fijamos en el teatro de operaciones en los países bálticos, se ve que cualquier grupo que esté allí, quedará atrapado", dijo Kondrashov, citado por RIA Novosti, y explicó que ese mismo escenario fue mostrado por las acciones de las tropas alemanas que apenas pudieron abandonar el área cuando el Ejército soviético avanzaba en 1944".
Según el experto, "el significado político de esta visita puede ser sólo declaratorio, ya que entendemos que el peso de los países bálticos en la toma de decisiones de la UE es bastante reducido".
Obama expande "una brecha entre EE.UU. y Alemania"
Por su parte, el presidente del Centro para Comunicaciones Estratégicas, con sede en Moscú, Dmitri Abzálov, aseguró que los intentos del mandatario estadounidense de apoyar durante su discurso a sus socios de Europa Oriental, Polonia y los países bálticos, podrían conducir al empeoramiento de los lazos estadounidense-alemanes. "Sus declaraciones sobre Rusia y el fortalecimiento del contingente militar en los países orientales de la OTAN abre una brecha muy seria entre EE.UU. y Alemania. Anteriormente, Berlín se opuso al fortalecimiento de las unidades [de la Alianza] en la dirección oriental", indicó el experto, citado por el portal ruso 'Vzgliad'. "Está claro que Obama está tratando de terminar un juego con Rusia, pero el efecto puede ser revertido en términos de apoyo, ya que como consecuencia el circuito de países de la OTAN podría comenzar a dividirse en la vieja Europa y la nueva, incluyendo a los países bálticos", añadió.
Abzálov recordó que Obama recientemente realizó un viaje similar a los países vecinos de China. "Pero, como demuestra la práctica, no todos los países están dispuestos a corresponder a la política estadounidense, y lo más importante es que no todos los países tienen confianza en las garantías de seguridad que pretende dar Washington", precisó el analista.
La OTAN se prepara para una ciberguerra con Rusia
En la cumbre de la OTAN, Barack Obama y los líderes de otros países miembros de la OTAN han decidido, entre otros temas, una nueva táctica sobre ciberguerra. Por primera vez un ataque cibernético contra cualquiera de los 28 países que forman parte de la OTAN puede ser considerado como un ataque contra toda la alianza, como si se tratara de un bombardeo por aire o tierra o una invasión, apunta 'The New York Times'.
El blanco más obvio de esta política podría ser Rusia, a cuyos informáticos culpan de haber perpetrado varios ataques cibernéticos.
Sin embargo, los propios aliados reconocen que les faltan especialistas calificados en seguridad cibernética. A pesar de disponer de un nuevo Centro de Seguridad Informática en Tallin, capital de Estonia, y de ejercitarse regularmente, la Alianza no tiene armas cibernéticas ni dispone de una estrategia para emplearlas.
Actualmente, los Estados Unidos y el Reino Unido están invirtiendo miles de millones de dólares en el desarrollo de programas secretos de armas cibernéticas, pero todavía se niegan a informar a otros Estados de la OTAN sobre qué armas pueden proporcionar a la organización en caso de un ataque.
Respuesta rusa: La Fuerza Estratégica Nuclear celebra ejercicios sin precedentes
Las fuerzas responsables del arsenal nuclear estratégico de Rusia realizarán este mes ejercicios a gran escala con la participación de más de 4.000 soldados, en medio de la creciente tensión con la OTAN en torno a la crisis en Ucrania.
El anuncio del Ministerio de Defensa ruso, realizado un día antes del inicio de una cumbre de la OTAN en Gales, informa que los ejercicios tendrán lugar en Altái, una zona montañosa en el centro-sur del país, e involucrarán a cerca de 400 unidades técnicas, así como la participación extensa de la Fuerza Aérea, según RIA Novosti.
Las maniobras en Altái se centrarán, entre otros, en ejercicios para repeler los ataques aéreos con misiles de precisión y para neutralizar los comandos subversivos del enemigo potencial, según el portavoz de la Fuerza Estratégica rusa, Dmitri Andréyev.
Según Andréyev, las tropas practicarán "misiones de combate en condiciones de interferencia radioelectrónica activa e intensas acciones enemigas en las zonas de despliegue de tropas". Los grupos que simularán los comandos especiales enemigos estarían representados en los ejercicios por el llamado 'spetsnaz' (fuerzas especiales).
Asimismo en las maniobras tomarán parte cazas interceptores supersónicos MiG-31 y aviones de reconocimiento Su-24MR, dijo Andréyev, añadiendo que la escala de la Fuerza Aérea involucrada no tendrá precedentes en ejercicios de este tipo.
Tanto Rusia como la OTAN han intensificado sus ejercicios militares desde el estallido del conflicto en Ucrania entre las fuerzas gubernamentales y el ejército formado por unidades de autodefensas del sudeste del país. Además, el subsecretario del Consejo de Seguridad ruso, Valeri Popov, dijo el martes que Rusia actualizará su doctrina militar este año a la luz de la crisis de Ucrania y el fuerte deterioro de las relaciones con la OTAN.
Le Pen: "El caso de los Mistral deja claro que Francia es un títere de EE.UU."
Los presuntos planes de las autoridades francesas de anular el envío del portahelicópteros Mistral a Rusia van en contra de los intereses de París, cree la líder del Frente Nacional de Francia, Marine Le Pen.
Mientras que EE.UU. y varios países europeos han aplaudido las informaciones sobre la posible suspensión del suministro a la Flota rusa el portahelicópteros Mistral, la líder del Frente Nacional de Francia, Marine Le Pen, en una entrevista concedida a la radio RTL criticó severamente la actitud de las autoridades francesas al respecto. Según Le Pen, anular el contrato del suministro sería "una decisión muy grave, ya que, en primer lugar, va en contra de los intereses del país y, en segundo lugar, muestra que estamos actuando al dictado de la diplomacia estadounidense". La cancelación del contrato "tendrá graves consecuencias para la reputación de Francia y afectará negativamente a la imagen de París en materia de comercio, especialmente en términos del comercio de armas, que proporciona parte del crecimiento económico de nuestro país", argumentó la política.
El pasado miércoles, Francia una vez más amenazó a Rusia con anular el suministro del portahelicópteros Mistral, vinculando su decisión a la crisis en Ucrania, de la que, de acuerdo con el Elíseo, Moscú es directamente responsable.
Sin embargo, si la parte francesa cancelara el contrato París tendría que pagar a Moscú una multa de 3.000 a 10.000 millones de euros. Además, los empleados de los astilleros de Saint-Nazaire temen que la decisión de Hollande les pueda costar el trabajo.
Bajo la presión de tales circunstancias, François Hollande ha cambiado de postura al declarar que París no ha anulado el contrato para suministrar los buques clase Mistral a Rusia, aunque su realización dependerá de cómo se desarrollen los próximos eventos. A su vez, el portavoz del Palacio del Elíseo afirmó que la entrega del buque no se suspende legalmente, sino que el mandatario francés solo esbozó su posición política y no quiere aprobar la entrega del buque en noviembre si la situación en Ucrania no mejora.
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