lunes, 28 de diciembre de 2009

El Hijo de un Rabino Israelí Demandará a Israel ante el Tribunal de la Haya

25/12/2009
Ami Meshulam, el hijo del Rabino Uzi Meshulam, que está buscando asilo político en Canadá, planea demandar a Israel en el Tribunal Internacional de La Haya.

Uzi Meshulam lideró una campaña contra el establishment israelí, que pedía una investigación sobre la desaparición de unos niños yemeníes a finales de los años cincuenta. En mayo de 1994, él se atrincheró con sus seguidores durante un mes y medio en su vivienda en la ciudad de Yehud. Durante un asalto policial de la casa, uno de sus seguidores murió por disparos de la policía israelí.

Meshualm fue sentenciado a ocho años de prisión y sus discípulos también tuvieron que pasar un tiempo entre rejas. Tras cinco años en la cárcel su sentencia fue reducida por el entonces presidente Ezer Weizman. Meshulam nunca reanudó su campaña pública debido a su mala salud.

Ami Meshulam dijo a Ynet: “Israel está cometiendo crímenes contra el propio pueblo de Israel y en especial contra un grupo dentro de él. Los canadienses están interesados en estudiar las muchas evidencias de este hecho, que demuestra que, contrariamente a la creencia común, Israel no es un país democrático.”

Él dijo que el Estado israelí le ha estado persiguiendo por seguir los pasos de su padre y exponer el tema de los niños de Yemen.

Meshulam abandonó Israel hace cuatro años para instalarse en Montreal y sus cuatro hijas nacieron allí. Él está buscando asilo político en Canadá y las autoridades de inmigración de ese país están debatiendo en la actualidad si puede ser considerado un refugiado.
Hasta ahora han sido celebradas seis sesiones en las cuales han prestado su testimonio los testigos de Meshulam, incluyendo el Dr. Shuhana Madmoni-Gerber, un especialista en discriminación étnica.
La segunda fase del procedimiento comenzará en febrero de 2010.

El abogado de Meshulam, William Sloan, señaló que las principales razones de la petición de asilo político por parte de su cliente son su temor al Shin Bet y la presión que sufrió para abandonar Israel.

FUENTE: almanar.

miércoles, 23 de diciembre de 2009

Dos comandantes de la OTAN en Afganistán llevaban símbolos nazis

Según el diario Mladá fronta Dnes, Los soldados, identificados como Hynek Matonoha y Jan Cermak, llevaba los símbolos de la 9 ª División Panzer SS Hohenstaufen y la brigada SS Dirlewanger respectivamente, unidades de combate de las SS Segunda Guerra Mundial.

La noticia completa en inglés pueden verla en: http://www.presstv.com/

lunes, 14 de diciembre de 2009

La Marcha Verde: una invasión de un territorio entonces español

La Marcha Verde fue la estrategia de Marruecos con la intención de arrebatar a España el Sáhara Español.

En la red hay muy buena información sobre ésta invasión y la nula respuesta del pueblo español. Conocido es, que los españoles solo saben mantener guerras civiles, Agustina de Aragón fué la única guerrillera que plantó cara a los franceses.

Merece la pena leer lo publicado por el catedrático de Derecho Constitucional en la Universidad de Santiago de Compostela Carlos Ruiz Miguel:

La Marcha Verde: una invasión de un territorio entonces español

El tirano Hassán II escenificó el anuncio de la Marcha Verde el 16 de octubre de 1975. Fue el mismo día en que el Tribunal Internacional de Justicia rechazó sus pretensiones de que el Sáhara debía ser "devuelto" a Marruecos porque antes de la ocupación española lo había poseído. El TIJ, tras considerar todos los documentos históricos presentados por España, Marruecos y Mauritania, resolvió que Rabat nunca ejerció "ni soberanía, ni cosoberanía, ni ningún otro derecho de tipo territorial" sobre el Sáhara Occidental. La consecuencia de este dictamen es que quedaba libre el camino para celebrar el referéndum de autodeterminación, para lo cual, desde un año antes, se había confeccionado un censo (el famoso "censo de 1974").

La Marcha Verde: una agresión contra España celebrada por Marruecos

Con su habitual cinismo, Hassán II decía, al anunciar la Marcha Verde, que los manifestantes deberían dar un "abrazo" a los españoles si se los encontraban al invadir el territorio. Poco después, declaró al periodista francés promarroquí Eric Laurent (v. Hassán II, la memoria de un rey, Ediciones B, 1994, pág. 190) que la marcha había sido un "chantaje", "horrible" pero, según él, "lícito".

El hecho es que la monarquía marroquí ha instituido como fiesta nacional no la del Acuerdo de Madrid, sino el 6 de noviembre de 1975. Obsérvese bien: Marruecos celebra como "fiesta nacional" un día en que se produjo una invasión declarada ilegal por la ONU (resolución 380) y que fue un chantaje contra España. El dato es, ciertamente, espeluznante: un país celebra la violación del Derecho Internacional y la agresión contra el vecino.

Si de la "anécdota" trascendemos a la "categoría", la conclusión no puede ser más clara: mientras Marruecos celebre la Marcha Verde no podrá tener credibilidad internacional y serán mentira los discursos de "amistad hispano-marroquí".

LES RECOMIENDO SEGUIR LEYENDO AQUÍ

FUENTE:
exteriores.libertaddigital

sábado, 5 de diciembre de 2009

Haidar, la primera víctima del recorte de la justicia universal

El juez Velasco ve indicios de delitos de lesa humanidad, pero no puede investigarlos en España

ÁNGELES VÁZQUEZ - MADRID - 04/12/2009 23:30

Lo que muchos se temían tras la rebaja de la jurisdicción universal aprobada el pasado 15 de octubre por el Parlamento ocurrió ayer. El juez de la Audiencia Nacional Eloy Velasco ve indicios de delitos de lesa humanidad en la actuación de Marruecos con la activista saharaui Aminatou Haidar, que está en huelga de hambre desde el pasado 16 de noviembre; protesta iniciada en el aeropuerto de Lanzarote.

Pese a ver esas evidencias, el magistrado no puede investigarlas. Se lo impide "la reciente reforma operada" en el artículo 23.4 de la Ley Orgánica del Poder Judicial, señala Velasco en la resolución en la que devuelve la denuncia de Haidar a los Juzgados de Arrecife (Lanzarote).

La nueva ley sólo permite actuar si hay víctimas o acusados españoles
Según el juez de la Audiencia Nacional, la reforma de la jurisdicción universal, que se introdujo de tapadillo en la modificación legislativa necesaria para poner en marcha la oficina judicial, deja a "la Justicia española en su vertiente internacional" sin la "posibilidad de entrar" en la averiguación de los delitos que hayan podido cometer las autoridades marroquíes.

Y eso que en el relato de hechos que Haidar hizo en la denuncia que presentó el pasado 15 de noviembre, el juez ve indicios de varios delitos: denegar a una persona una prestación a la que tenga derecho por razones ideológicas, religiosas o étnicas; obstaculizar la asistencia de un abogado; prevaricación y secuestro.

El juez explica que la reforma "acaba de decidir" que los delitos de lesa humanidad "sólo serían perseguibles" por los tribunales españoles si sus presuntos responsables son españoles o se encuentran en España, si hay víctimas de esta nacionalidad o si existe algún vínculo de conexión relevante con nuestro país.

El magistrado describe cuatro delitos que pudo cometer Marruecos
En el caso de Haidar, los denunciados son policías marroquíes (el jefe provincial de Policía, el jefe de Policía judicial, un oficial de la DST la policía secreta marroquí, otro del Departamento de Asuntos Generales...); la denunciante tampoco es española; y no hay vínculo de conexión relevante con España, "en lo que se refiere a meras consideraciones de carácter jurídico-penal", precisa el auto.

Arrecife, para lo de España
Como no concurren las circunstancias necesarias para que la Audiencia Nacional pueda declararse competente para investigar lo sucedido, el juez Velasco devuelve la denuncia al Juzgado de Instrucción número 8 de Arrecife para que se ocupe de los delitos que pudieron cometerse en suelo español.

Haidar explicaba en su denuncia, además del periplo al que fue sometida por las autoridades marroquíes para obligarla a venir a España, que la Guardia Civil trató dedesalojarla del aeropuerto por la fuerza, aunque "procedieron más pacíficamente" cuando les informó de que había sufrido una operación en la columna.

El criterio del magistrado ha sido el mismo que el mantenido por la Fiscalía de la Audiencia. En un escueto informe, el fiscal Pedro Martínez Torrijos había informado en contra de la asunción de la competencia por parte del Juzgado Central de Instrucción número 6.

El representante del Ministerio Público dividía la denuncia según lo ocurrido en el aeropuerto de El Alauin (Sáhara Occidental) y en Lanzarote. Lo primero sólo es achacable a personas "de nacionalidad extranjera". Según el fiscal, esos hechos quedaban "fuera de los criterios de conexión contemplados en el artículo 23 de la Ley Orgánica del Poder Judicial. Y de la competencia de la Audiencia Nacional".

En su denuncia, Aminatou Haidar contaba que la tuvieron retenida y sometida a interrogatorios durante dos días hasta que "de forma jocosa" le empezaron a decir que iba a ser conducida a territorio español.

Defender planteamientos
Según Haidar, los agentes le hicieron comentarios del tipo: "Dónde vas a vivir más relajada y tranquila sino en España, y desde allí puedes defender sin problemas tus planteamientos separatistas". La condujeron a un avión con destino a Lanzarote, pese a que en la isla no tenía amigos ni familia, y retuvieron su documentación en un Juzgado marroquí.

El fiscal Martínez Torrijos también proponía que los delitos que se hubieran cometido en España fueran investigados por el Juzgado de Arrecife al que correspondió en un principio la denuncia presentada por Haidar en el aeropuerto de Lanzarote.

http://www.publico.es/espana/275644/haidar/primera/victima/recorte/justicia/universal

domingo, 22 de noviembre de 2009

La guía completa para el asesinato de no judíos

JAVIER ESPINOSA desde Beirut

10 de noviembre de 2009.- El propio título que eligió el diario Maariv para ilustrar este artículo debería aleccionarnos sobre el potencial desestabilizador que atesoran enclaves como la colonia para judíos de Yitzhar. 'La guía completa para el asesinato de no judío', escribió el matutino israelí en referencia al libro religioso que publicó este lunes el conocido rabino Yitzhak Shapiro, uno de los guías espirituales de ese asentamiento radical situado en las inmediaciones de la villa palestina de Nablus, en Cisjordania.

Según explican los periódicos israelíes, 'Las enseñanzas del Rey' –así se titula el manuscrito- es un compendio de lecciones para estudiantes israelíes en el que se justifica con argumentos teológicos el homicidio de no judíos, incluidos niños y civiles.

Algunos lectores pensarán que se enfrenta a un dislate de este periodista, pero simplemente les voy a citar extractos del texto que también recoge Maariv.

"Cualquier ciudadano de un estado que se oponga a nosotros, que apoya a sus soldados o que expresa satisfacción con sus acciones es considerado un perseguido y puede ser asesinado. También, cualquiera que debilite nuestro estado con palabras o acciones similares es considerado un perseguido", se lee en uno de los párrafos que argumentan a favor del homicidio de no combatientes.

Pero la dialéctica extremista alcanza su clímax cuando Shapiro se refiere a la muerte de bebés, que aprueba al considerarlos 'obstáculos' atrapados en medio de un conflicto. "Se les puede matar porque su presencia ayuda al asesino. Hay justificación para el asesinato de bebés si está claro que al crecer nos harán daño y ante tal situación se les puede hacer daño de forma deliberada, no sólo durante los combates con los adultos".

Para Shapiro la venganza no sólo no es reprobable sino necesaria y defiende que "a veces seamos crueles para crear el adecuado balance de terror".

Como aducía Maariv, "el libro incluye en torno a 230 páginas de leyes (religiosas) relativas al asesinato de no judíos, una especie de guía para cualquiera que se plantee la cuestión de si es o no permisible arrebatar la vida de un no judío".

La distribución de este manual ha generado ya la protesta de algunos políticos y activistas israelíes como el diputado laborista Ophir Pines que exigió una reacción más contundente de la justicia de su país. "Imaginen cual hubiera sido la reacción si un libro hubiera dicho lo opuesto, que está permitido matar judíos", precisó.

Pero a los observadores que siguen la actualidad de Oriente Próximo tampoco les debería sorprender estas opiniones de un personaje y un enclave que se han caracterizado por sus posiciones extremas desde hace años. De hecho, los habitantes de Yitzhar –una población establecida en 1984- ni siquiera reconocen la autoridad de Tel Aviv y abogan por la creación de un estado teocrático bajo el dominio de clérigos como Shapiro.

Recuerdo que ya en abril del 2005 hice un largo reportaje sobre este movimiento fundamentalista judío que despotricaba abiertamente contra Israel y defendía la creación del reino de Judea. Entonces una portavoz de la colonia de Yitzhar me explicó sin reparo alguno que sólo aceptaban la democracia 'para favorecer a los judíos'. "El estado nos lo entregó Dios pero ¿qué hicimos con él?. El niño se ha convertido en un monstruo", sostuvo en referencia a Israel.

Otro rabino, instalado también en otra colonia de Cisjordania, Yosi Dayan argumentó en un perfecto castellano –nació en México- que "no es compatible crear un estado judío y democrático".

Los residentes de Yitzhar y de otras colonias de talante similar han protagonizado repetidos enfrentamientos no sólo con sus vecinos palestinos –algo muy habitual- sino con los propios uniformados israelíes a los que no dudan en llamar 'nazis'.

El riesgo que entraña este fenómeno cada vez más extendido entre los colonos de Cisjordania –que disponen de sus propios grupos paramilitares- estriba en el posible contagio de esta ideología entre los uniformados del ejército regular, una hipótesis sobre la que llevan alertando durante meses los propios medios israelíes y hasta los mandos de las fuerzas armadas.

El pasado mes de octubre un grupo de integrantes de la Brigada Kfir se manifestaron delante de la prensa en contra de la evacuación de asentamientos en un gesto que provocó otra gran controversia en Israel y que concluyó con dos de los soldados en la cárcel durante 20 días.

'Tenemos que asegurarnos que no se arrastra al ejército al discurso político e impedir la creación de facciones dentro de lo militar', advirtió el general Avi Mizrahi.
http://www.elmundo.es/

lunes, 16 de noviembre de 2009

Cómo financia EE.UU. a los talibanes

Aram Roston
The Nation-ICH

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

El 29 de octubre de 2001, mientras el régimen talibán en Afganistán estaba bajo ataque, el embajador del régimen en Islamabad dio una caótica conferencia de prensa frente a varias docenas de periodistas sentados en el césped. A la derecha del diplomático talibán estaba sentado su intérprete, Ahmad Rateb Popal, un hombre de impresionante presencia. Como el embajador, Popal llevaba un turbante negro y tenía una inmensa barba tupida. Tenía un parche negro sobre su ojo derecho, una prótesis en su brazo izquierdo y lA mano derecha deformada, resultado de heridas recibidas durante un accidente con explosivos durante una antigua operación contra los soviéticos en Kabul.

Pero Popal era más que un antiguo muyahidín. En 1988, un año antes de que los soviéticos huyeran de Afganistán, Popal había sido acusado en EE.UU. de conspiración por importar más de un kilo de heroína. Los expedientes legales muestran que fue liberado de la prisión en 1997.

Pasemos rápidamente a 2009, y Afganistán está gobernado por el primo de Popal, el presidente Hamid Karzai. En lugar de su inmensa barba, Popal lleva ahora una cuidadosamente recortada y se ha convertido en un empresario inmensamente acaudalado, junto a su hermano Rashid Popal, quien en otro caso distinto se declaró culpable de una acusación relacionada con heroína en 1996 en Brooklyn. Los hermanos Popal controlan el inmenso Grupo Watan en Afganistán, un consorcio involucrado en telecomunicaciones, logística y, lo más importante, seguridad. Watan Risk Management, el brazo militar privado de los Popal, es una de las docenas de compañías privadas de seguridad en Afganistán. Una de las empresas de Watan, crucial para el esfuerzo bélico, protege convoyes de camiones afganos que van de Kabul a Kandahar, transportando suministros estadounidenses.

Bienvenidos al bazar de contratación de tiempos de guerra en Afganistán. Es un carnaval virtual de personajes dudosos y de conexiones tenebrosas, con ex funcionarios de la CIA y ex oficiales militares que se unen con antiguos talibanes y muyahidines para cobrar fondos del gobierno de EE.UU. en nombre del esfuerzo de la guerra.

En este grotesco carnaval, los contratistas militares de EE.UU. son obligados a pagar a presuntos insurgentes para proteger rutas de abastecimiento estadounidenses. Es un hecho aceptado en la operación de logística militar en Afganistán que el gobierno de EE.UU. financia a las mismas fuerzas a las que combaten los soldados estadounidenses. Y es una ironía letal, porque esos fondos representan una cantidad inmensa de dinero para los talibanes. “Es una gran parte de sus ingresos,” dijo a The Nation en una entrevista uno de los altos funcionarios de seguridad del gobierno afgano. En la práctica, funcionarios militares de EE.UU. en Kabul calculan que un mínimo del 10% de los contratos de logística del Pentágono –cientos de millones de dólares– se utiliza para pagar a insurgentes.

Para comprender cómo se llegó a esta situación hay que desenredar dos hilos. El primero es el uso de información privilegiada que determina quién gana y quién pierde en los negocios afganos, y el segundo es el mecanismo inquietante mediante el cual la “seguridad privada” garantiza que los convoyes de suministro de EE.UU. que viajan por esas antiguas rutas comerciales no caigan en las trampas de los insurgentes.

Un buen sitio para tomar el primer hilo es con una pequeña firma que recibió un contrato de logística de EE.UU. por cientos de millones de dólares: NCL Holdings. Como Watan Risk de los Popal, NCL es una compañía licenciada de seguridad en Afganistán.

NCL es notoria, sin embargo, en los círculos de contratación de Kabul, por la identidad de su jefe principal, Hamed Wardak. Es el joven hijo estadounidense del actual ministro de defensa de Afganistán, general Abdul Rahim Wardak, quien fue un dirigente de los muyahidín contra los soviéticos. Hamed Wardak se ha lanzado a los negocios, así como a la política. Fue criado y educado en EE.UU., y se graduó en la Universidad de Georgetown en 1997. Obtuvo una beca Rhodes y trabajó como pasante en el think tank neoconservador,

American Enterprise Institute. Esa pasantía llegó a tener un papel importante en su vida. En el AEI forjó alianzas con algunos de los personajes de primera línea en los círculos conservadores de la política exterior estadounidense, como la difunta embajadora Jeane Kirkpatrick.

Wardak constituyó NCL en EE.UU. a comienzos de 2007, aunque la firma puede haber operado antes en Afganistán. Tenía sentido establecerla en Washington, por las conexiones locales de Wardak. En el consejo consultor de NCL, por ejemplo, está Milton Bearden, un conocido ex agente de la CIA. Bearden es una voz importante en temas relacionados con Afganistán; en octubre fue testigo ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado, donde el senador John Kerry, el presidente, lo presentó como “legendario ex agente de la CIA, pensador y escritor de mente clara.” Pocas compañías contratadas para la defensa tienen un asesor tan influyente.

Pero el mayor negocio que obtuvo NCL –el contrato que la colocó en las mayores ligas de Afganistán– fue Host Nation Trucking. A principios de este año la firma, sin una experiencia evidente en el transporte rutero, fue nombrada como una de las seis compañías que operarían la masa del transporte de EE.UU. en Afganistán, llevando suministros a la red de bases y puestos avanzados remotos repartidos por todo el país.

Primero el contrato fue grande pero no enorme. Y luego todo eso cambió repentinamente, como un inmenso jardín floreciente. Durante el verano, citando la próxima ‘oleada’ y una nueva doctrina, “Dinero como sistema de armas,” los militares de EE.UU. expandieron el contrato en un 600% para NCL y las otras cinco compañías. La documentación del contrato advierte de terribles consecuencias si no se gasta más: “los soldados no recibirán los alimentos, el agua, equipos y munición que necesitan.” Cada uno de los seis contratos de transporte militar se aumentó a 360 millones de dólares, o sea un total de casi 2.200 millones de dólares. Hay que verlo en la siguiente perspectiva: sólo este esfuerzo de dos años por contratar camiones y camioneros afganos equivalía a un 10% del producto interno bruto afgano. NCL, la firma dirigida por el bien relacionado hijo del ministro de Defensa, había dado con una mina de puro oro.

Por cierto, Host Nation Trucking mantiene vivos los esfuerzos militares de EE.UU. en Afganistán. “Suministramos todo lo que el ejército necesita para sobrevivir en este país,” me dijo un ejecutivo de transporte estadounidense, “Les llevamos su papel higiénico, su agua, su carburante, sus armas, sus vehículos.” El epicentro es la Base Aérea Bagram, a sólo una hora al norte de Kabul, de donde se transporta virtualmente todo en Afganistán hacia lo que el ejercito llama “el espacio de batalla” –es decir, todo el país. Aparcados cerca del Punto de Control 3 de Ingreso, los camiones forman fila, cambiando de velocidad y levantando nubes de polvo mientras se preparan para sus diversas misiones a través del país.

El verdadero secreto del transporte en Afganistán es garantizar la seguridad en carreteras peligrosas, controladas por señores de la guerra, milicias tribales, insurgentes y comandantes talibanes. El ejecutivo estadounidense con quien hablé fue bastante específico al respecto: “Básicamente, el ejército paga a los talibanes para que no les dispare. Es dinero del Departamento de Defensa.” Es algo en lo que todos parecen estar de acuerdo.

Mike Hanna es el jefe de proyecto de una compañía de transporte llamada Afghan American Army Services. La compañía, que sigue operando en Afganistán, había estado transportando para EE.UU. durante años pero perdió en el contrato de Host Nation Trucking que obtuvo NCL. Hanna explicó las realidades de la seguridad de un modo bastante simple: “Pagas a la gente en las áreas locales –algunos son señores de la guerra, algunos son políticos en la policía– para que pasen tus camiones.”

Hanna explicó que los precios cobrados son diferentes, según la ruta: “Básicamente nos están extorsionando. Donde no pagas, te atacan. Tenemos a nuestra gente en el terreno que va allá, y paga al que sea necesario.” A veces, dice, el coste de la extorsión es elevado, a veces es bajo.” Para mover diez camiones, es probablemente 800 dólares por camión para pasar por un área. Se basa en la cantidad de camiones y lo que se transporta. Si son camiones cisterna, cobran más. Si son camiones secos, no cobran tanto. Si se transportan MRAP [Vehículos resistentes a las minas y protegidos contra emboscadas] o Humvees, cobran más.

Hanna dice que es sólo un mal necesario. “Si me dicen que no pague a esos insurgentes en un área, las probabilidades de que mis camiones sean atacados aumentan exponencialmente.”

Mientras en Iraq la industria privada de la seguridad ha sido dominada por firmas estadounidenses y globales como Blackwater, que operan como brazos de facto del gobierno de EE.UU., en Afganistán también hay numerosos protagonistas locales. Como resultado, la competencia en la industria en Kabul es más implacable. “Cada señor de la guerra tiene su compañía de seguridad,” es cómo me lo explicó un ejecutivo.

En teoría, las compañías privadas de seguridad en Kabul son fuertemente reguladas, aunque la realidad es diferente. Treinta y nueve compañías tenían licencias hasta septiembre, cuando otra docena recibió licencias. Muchas compañías licenciadas tienen conexiones políticas: tal como NCL es de propiedad del hijo del ministro de defensa y Watan Risk Management está dirigida por primos del presidente Karzai, Asia Security Group está controlada por Hashmat Karzai, otro pariente del presidente. La compañía ha bloqueado toda una calle en el costoso Distrito Sherpur. Otra firma de seguridad está controlada por el hijo del presidente del parlamento, dicen las fuentes. Y suma y sigue.

De la misma manera, la industria del transporte afgana, clave para las operaciones logísticas, está frecuentemente vinculada a importantes personalidades y líderes tribales. Un importante transportista en Afganistán, Afghan International Trucking (AIT), pagó 20.000 dólares al mes en sobornos a un funcionario de contratación del ejército de EE.UU., según el acuerdo con el fiscal en un tribunal estadounidense en agosto. AIT es una firma muy bien conectada: está dirigida por un sobrino de 25 años del general Baba Jan, ex comandante de la Alianza del Norte y después jefe de policía de Kabul. En una entrevista, Baba Jan, un dirigente alegre y carismático, insistió en que no tenía nada que ver con la empresa corporativa de su sobrino.

Pero el punto principal es que se está pagando a los insurgentes para conseguir libre paso porque no hay apenas otras maneras de llevar bienes a los puestos avanzados de combate y a las bases operativas adelantadas donde los soldados los necesitan. Por definición, muchos puestos avanzados están situados en terreno hostil, en partes del sur de Afganistán. Las firmas de seguridad no protegen realmente a los convoyes de bienes militares estadounidenses, simplemente porque no pueden hacerlo; necesitan la cooperación de los talibanes.

Uno de los grandes problemas de las compañías que transportan suministros militares estadounidenses por el país es que les está prohibido armarse con armas más pesadas que un rifle. Eso las hace inefectivas para rechazar ataques de los talibanes contra un convoy. “Disparan a los conductores desde 900 metros con Kalashnikov modernizados,” me dijo un ejecutivo de una compañía de transporte en Kabul. “Utilizan granadas impulsadas por cohetes que hacen volar un vehículo desarmado. De modo que las compañías de seguridad se ven limitadas. Debido a las reglas, las compañías de seguridad sólo pueden llevar AK-47, y eso es un chiste. Yo llevo un AK – ¡y eso es sólo para pegarme un tiro si es necesario!”

Las reglas existen por un buen motivo: para proteger contra devastadores daños colaterales por fuerzas privadas de seguridad. A pesar de todo, como señala Hanna de Afghan American Army Services: “Un AK-47 contra una granada impulsada por cohete -¡sales perdiendo!” Habiéndolo dicho, por lo menos una de las compañías de Host Nation Trucking ha tratado de combatir en lugar de sobornar a insurgentes y señores de la guerra. Es una firma estadounidense llamada Four Horsemen International. En lugar de hacer pagos, ha tratado de rechazar a los atacantes. Y ha pagado el precio en vidas. FHI, como muchas otras firmas, se negó a hablar en público; pero conocedores de la materia en la industria de la seguridad me han dicho que los convoyes de FHI son atacados en casi cada misión.

En su mayor parte, las firmas hacen lo necesario para sobrevivir. Un veterano gerente estadounidense en Afganistán que ha trabajado en el país como soldado y como contratista privado de seguridad en el terreno me dijo: “Lo que hacemos es pagar a señores de la guerra asociados con los talibanes, porque ninguno de nuestros elementos de seguridad es capaz de encarar la amenaza.” Es un veterano del ejército con años de experiencia en las Fuerzas Especiales, y no le gusta lo que se está haciendo. Dice que por lo menos las fuerzas militares estadounidenses deberían tratar de saber más sobre quién está recibiendo los pagos.

“La mayor parte de las escoltas las hacen los talibanes,” me dijo un funcionario afgano de seguridad privada. Es pastún, ex comandante muyahidín, que conoce a fondo la situación militar y la industria de la seguridad. Y trabaja con una de las compañías de transporte que llevan suministros de EE.UU. “Ahora el gobierno es tan débil,” agregó, “que todos están pagando a los talibanes.”

Para los funcionarios afganos de transporte, esto es apenas motivo preocupación. Una mujer que encontré era una extraordinaria emprendedora que había creado un negocio de transporte en ese terreno dominando por hombres. Me contó que la compañía de seguridad que había contratado trataba directamente con dirigentes talibanes en el sur. Pagar a los dirigentes talibanes significaba que ellos enviarían una escolta para asegurar que ningún otro insurgente los atacaría. De hecho, dijo, sólo necesitaban dos vehículos talibanes armados. “Dos talibanes bastan,” me dijo. “Uno al frente y otro atrás.” Se encogió de hombros. “No se puede trabajar de otra manera. De otra manera no es posible.”

Lo que nos hace volver al caso de Watan Risk, la firma dirigida por Ahmad Rateb Popal y Rashid Popal, los parientes de la familia Karzai y antiguos narcotraficantes. Se sabe que Watan controla un trecho clave de ruta utilizado por todos los camioneros: la ruta estratégica a Kandahar llamada Highway 1. Hay que pensar en ella como la carretera a la guerra –al sur y al oeste. Si el ejército quiere llevar suministros a Helmand, por ejemplo, los camiones tienen que pasar por Kandahar.

Watan Risk, según siete funcionarios diferentes de seguridad y transporte, es el único proveedor de seguridad a lo largo de esa ruta. La razón es simple: Watan está aliada con el señor de la guerra local que controla la carretera. El sitio en la Red de Watan es bastante impresionante, y afirma que su personal “es cuidadosamente seleccionado para eliminar a todos los ex miembros de milicias, partidarios de los talibanes, o individuos con lealtad a señores de la guerra, barones de la droga, o cualquier otro grupo opuesto al apoyo internacional al proceso democrático.” Sean cuales sean los métodos de selección que utiliza, el arma secreta de Watan para proteger suministros estadounidenses que pasan por Kandahar es un hombre llamado Comandante Ruhullah. Según dicen es un hombre apuesto de unos 40 años, con una voz de un tono extrañamente agudo. Lleva salwar kameez tradicional y un reloj Rolex. Pocas veces, cuando alguna, se asocia con occidentales. Comanda un gran grupo de combatientes irregulares sin afiliación gubernamental conocida, y su nombre, me dicen funcionarios de seguridad, inspira obediencia o temor en las aldeas a lo largo de la ruta.

Evidentemente es un negocio peligroso: hasta la primavera pasada Ruhullah tenía competencia –un señor de la guerra de una sola pierna llamado Comandante Abdul Khaliq. Murió en una emboscada.

De modo que Ruhullah es el guerrero rutero superviviente para ese trecho de carretera. Según testigos, trabaja como sigue: espera hasta que hay cientos de camiones listos para formar un convoy hacia el sur. Entonces reúne a sus hombres, distribuyéndolos en todo terrenos y camionetas. Los testigos dicen que no limita su arsenal a AK-47 sino que usa cualquier arma que pueda conseguir. Su principal arma es su reputación. Y por eso, Watan recibe una magnífica remuneración y cobra un arancel por cada camión que pasa por su corredor. El funcionario de transporte estadounidense me dijo que Ruhullah “cobra 1.500 dólares por camión que va a Kandahar. Sólo 300 kilómetros.”

Es difícil determinar exactamente de qué se trata –seguridad, extorsión o una forma de “seguro”. Y luego existe la pregunta ¿tiene Ruhullah lazos con los talibanes? Es algo imposible de saber. Como dijo un veterano de la seguridad privada estadounidense familiarizado con la ruta: “Trabaja los dos lados… el que sea más beneficioso. Es el comandante principal. Tiene que estar involucrado con los talibanes. Cuánto, nadie lo sabe.”

Hasta NCL paga, la compañía de propiedad de Hamed Wardak. Dos fuentes con conocimiento directo me dicen que NCL envía su porción de bienes logísticos de EE.UU. en convoyes de Watan y Ruhullah. Según fuentes, NCL factura 500.000 dólares por mes por servicios de Watan. Para subrayar el punto: NCL, que opera con un contrato por 360 millones de dólares de los militares de EE.UU., y es de propiedad del hijo del ministro de defensa afgano, paga millones por año de esos fondos a una compañía de propiedad de los primos del presidente Karzai, por protección.

Hamed Wardak no devolvió mis llamados telefónicos. Milt Bearden, el ex agente de la CIA asociado con la compañía, tampoco quiso hablar conmigo. No hay nada malo en que Bearden participe en negocios en Afganistán, pero se podría haber esperado que revelara sus intereses de negocios cuando testificó sobre la política de EE.UU. en Afganistán y Pakistán. Después de todo, NCL puede ganar o perder cientos de millones de dólares como resultado de los caprichos de los responsables políticos estadounidenses.

Ciertamente vale la pena preguntar por qué NCL, una compañía sin experiencia conocida en transportes, y con poca experiencia en seguridad de la que valga la pena hablar, puede obtener un contrato por 360 millones de dólares. Muchos conocedores de Afganistán hacen preguntas: “¿Por qué el gobierno de EE.UU. le dio un contrato si es hijo del ministro de Defensa?” Es lo que me preguntó Mahmoud Karzai. Es hermano del presidente Karzai, y él mismo ha sido tratado por la prensa como un ejemplo de acceso a funcionarios del gobierno. El New York Times incluso lo describió en un artículo extremadamente crítico. En su defensa, Karzai subrayó que él, por lo menos, se ha abstenido de contratos con el gobierno de EE.UU. o el gobierno afgano. Señaló, como otros han hecho, que Hamed Wardak tenía pocos antecedentes de seguridad o en los transportes antes de que su compañía recibiera contratos de seguridad y de transporte del Departamento de Defensa. “Es una práctica empresarial cuestionable,” dijo. “No deberían dárselos. ¿Cómo es posible que eso no se cuestione?”

Tuve la oportunidad de preguntar al respecto al general Wardak, padre de Hamed. Es bastante atildado, aunque ya no es el garboso “comandante Gucci” descrito una vez por Bearden. Pregunté a Wardak sobre su hijo y NCL. “He tratado de ser directo y correcto y de combatir la corrupción toda mi vida,” dijo el ministro de Defensa.” Es algo que la gente ha tratado de usar contra mí, de modo que ha sido doloroso.”

Wardak quiso hablar sólo brevemente sobre NCL. El tema parece haber producido una desavenencia con su hijo. “Estuve en contra desde el comienzo, y por eso no hemos hablado durante mucho tiempo. Nunca he tratado de apoyarlo o de utilizar mi poder o influencia en su beneficio.”

Cuando dije a Wardak que la compañía de su hijo tiene un contrato con EE.UU. por un valor de hasta 360 millones de dólares, la reacción fue tardía. “Es imposible,” dijo. “No lo creo.”

Le creí cuando dijo que realmente no sabía lo que se proponía su hijo. Pero la limpieza de lo que parecen ser negocios entre conocedores podría ser más fácil que el paso siguiente: el cierre del canal de dinero que lleva de los contratos del Departamento de Defensa a posibles insurgentes.

Hace dos años, un alto funcionario de seguridad afgano me dijo que el servicio de inteligencia de Afganistán, la Dirección Nacional de Seguridad, había advertido a los militares estadounidenses sobre el problema. El DNS entregó a los estadounidenses lo que, por lo que me dicen, son informes “muy detallados” que explican cómo los talibanes se benefician de la protección de convoyes de suministros de EE.UU.

El servicio de inteligencia afgano incluso ofreció una solución: ¿y si EE.UU. tomara las decenas de millones de dólares pagados a contratistas de seguridad y en su lugar estableciera una unidad de apoyo a los convoyes, dedicada y profesional, para proteger sus líneas logísticas? La sugerencia no llegó a ninguna parte.

Lo extraño es que la práctica de comprar la protección de los talibanes no sea un secreto. Pregunté al respecto al coronel David Haight, quien comanda la 3ª Brigada de la 10ª División de Montaña. Después de todo, parte de la Carretera 1 pasa por su área de operaciones. ¿Qué pensaba de que las compañías de seguridad pagaran a los insurgentes? “El soldado estadounidense en mí se siente asqueado por ello,” dijo en una entrevista en su oficina en FOB Shank en la provincia Logar. “Pero sé de qué se trata: esencialmente de que se paga al enemigo, diciendo: ‘Oye, no me fastidies.’ No me gusta, pero de eso se trata.”

Como un funcionario militar de Kabul explicó la contratación en Afganistán en general: “Sabemos que en general entre un 10 y un 20 por ciento va a los insurgentes. Mi encargado de inteligencia dice que es más bien un 10%. Generalmente sucede en logística.”

En una declaración a The Nation sobre Host Nation Trucking, el coronel Wayne Shanks, oficial jefe de asuntos públicos de las fuerzas internacionales en Afganistán, dijo que los funcionarios militares “saben de las afirmaciones de que fondos de adquisición pueden llegar a manos de grupos insurgentes, pero no apoyamos o condonamos directamente esa actividad, si tiene lugar.” Agregó que, a pesar de la supervisión: “las relaciones entre contratistas y sus subcontratistas, así como entre subcontratistas y otros en sus comunidades operaciones, no son enteramente transparentes.”

En todo caso, el tema principal no es que los militares de EE.UU. estén haciendo la vista gorda ante el problema. Muchos funcionarios reconocen lo que está sucediendo y también expresan una profunda inquietud al respecto. El problema es que –como tantas cosas en Afganistán– EE.UU. no parece saber cómo resolverlo.

………..

Aram Roston, autor de “The Man Who Pushed America to War: The Extraordinary Life, Adventures and Obsessions of Ahmad Chalabi.” Aram es periodista investigativo de NBC News. Ha escrito para New York Times Magazine, Mother Jones y The Nation.

Fuente: http://www.informationclearinghouse.info/article23955.htm

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=95273

jueves, 15 de octubre de 2009

La administración estadounidense quiere convertir a Pakistán en un Estado deficiente y caótico


por Rashid Zubair

El ejército pakistaní, bajo control estadounidense, trató de aplastar a los talibanes en el ex principado de Swat. Los combates, extremadamente imprecisos, han provocado el éxodo de 2 millones de personas. Según Rachid Zubair, los talibanes de Swat representan principalmente la rebelión de los pobres, pero la estrategia estadounidense los utiliza como pretexto para provocar una guerra civil y justificar la confiscación de las armas atómicas pakistaníes.

En el momento de la caída del gobierno de Musharraf, hace más de un año, muchos pakistaníes esperaban el comienzo de una nueva era política, pero sufrieron una amarga decepción.

Entre las razones esenciales de la impopularidad del gobierno de Musharraf se encontraban su servilismo hacia Estados Unidos y la destitución del juez supremo de Pakistán, Iftikhar Chaudhry.

Pero el actual gobierno tampoco ha mostrado respeto por el mandato popular, rompiendo además todos los records de sumisión hacia Estados Unidos. El gobierno del PPP (Pakistan People’s Party o Partido del Pueblo Pakistaní) llegó incluso a utilizar blindados y aviones contra su propio pueblo en el norte de Pakistán, cosa que ni el mismo Musharraf se había atrevido a hacer cuando estaba en el poder.

El PPP también aprobó los ataques de aviones estadounidenses sin piloto, que han costado la vida a cientos de pakistaníes. Según declaraciones oficiales, y de los propios estadounidenses, varios combatientes de al-Qaeda resultaron muertos, pero no se han proporcionado pruebas de ello. Y de ser cierto, éstos eran tan insignificantes que ni siquiera figuraban en los listados del FBI.

Según informaciones de origen estadounidense, los aviones sin piloto partieron del propio territorio pakistaní, lo cual ha sido confirmado por el ministerio pakistaní de Defensa, mientras que el de Relaciones Exteriores lo niega. Tales contradicciones han resquebrajado la confianza de la población en el gobierno del PPP. Ya antes de la escalada de la violencia de mayo, alrededor de 12 000 pakistaníes, civiles en su totalidad, habían perdido la vida en ataques pakistaníes o estadounidenses.

También antes de esta escalada, Pakistán contaba ya 800 000 refugiados provenientes del interior del país, la mayoría de ellos con una atención insuficiente. La extensión del conflicto convirtió el drama de los refugiados en una verdadera catástrofe.

El presidente Zardari ha obtenido todos los poderes especiales, entre otros el derecho de disolver el Parlamente cuando le parezca conveniente. Por un lado, millones de pakistaníes son víctimas del alza de precios en el sector energético así como del alza de precios generalizada mientras que el gobierno cuenta no menos de 60 ministros, lo cual indica, por otra parte, que está tratando de satisfacer a todos los miembros de la coalición y los colegas del partido a expensas del pueblo.

La situación en el valle de Swat

Los medios occidentales venían insinuando desde hace tiempo que el gobierno pakistaní había dejado el valle de Swat en manos de los talibanes, lo cual no es precisamente exacto. Para entender mejor la situación, hay que remontarse a su génesis.

Hasta 1969, la región de Swat contó con una administración autónoma de tipo islámico (sharia). La población estaba satisfecha con aquella situación ya que garantizaba la adopción de decisiones rápidas y equitativas. Luego de su incorporación a Pakistán [mediante la disolución del Principado, en 1969. NdR.], la región de Swat no disponía ya de ningún sistema jurídico funcional.

En 1989, el mulah Soufi Mohammed pidió el restablecimiento de la sharia, demanda que contó con el apoyo de gran parte de la población. El movimiento del mulah Soufi Mohammed no era de carácter militante y sobrevivió a dos gobiernos sucesivos. El mulah ayudó a dos gobiernos laicos convenciendo a varios grupos armados, igualmente partidarios de la sharia, de no alzarse en armas contra las fuerzas de seguridad gubernamentales. También obtuvo la liberación de importantes rehenes y contribuyo a que se levantara el bloqueo de importantes carreteras y de aeropuertos. En ambas ocasiones, se le prometió el restablecimiento de la sharia, a cambio de su cooperación. Pero aquellas promesas no se concretaron.

Posteriormente, se desencadenó el ataque de Estados Unidos contra Afganistán y Soufi Mohammed se fue a aquel país para luchar contra la ocupación. A su regreso fue encarcelado por el gobierno de Pervez Musharraf. En 2008, el nuevo gobierno, dirigido por el ANP (Awami National Party), lo liberó como prueba de buena voluntad.

Durante el cautiverio de Soufi Mohammed, el yerno de éste último, un ex ascensorista, tomó el control del movimiento. Mediante las armas, trató de imponer una administración paralela en el valle de Swat, dando lugar a varios meses de conflicto con las fuerzas nacionales de seguridad, enfrentamiento que causó numerosas víctimas entre la población civil. Soufi Mohammed no apoyó las acciones de su yerno, pero tampoco pudo influir en el curso de los acontecimientos. El gobierno del ANP rogó entonces a Soufi Mohammed que restableciera la paz en la región de Swat a cambio de la reintroducción de la sharia, también deseada por la población, como lo demostraron las masivas manifestaciones del 12 de enero de 2008.

Por su parte, Soufi Mohammed prometió desarmar a los militantes talibanes, restablecer la autoridad del Estado pakistaní y no crear ningún tipo de administración y jurisdicciones paralelas. A partir de la adopción de aquel acuerdo, la vida volvió a la normalidad en la región de Swat. Las escuelas y mercados populares se mantenían abiertos, la vida había retomado su ritmo cotidiano.

Estados Unidos ante los talibanes: el doble rasero

La OTAN y Estados Unidos se mostraron reticentes, pero el jefe del ANP, Asfan Yar Wali, defendió el acuerdo y el gobierno del distrito subrayó que se trataba de un arreglo totalmente legal. El jefe del gobierno del distrito, Hoti, amenazó con presentar su dimisión si Islamabad se oponía al acuerdo. El primer ministro Nawas Sharif y el ministro del Interior de la época de Musharraf advirtieron sobre las desastrosas consecuencias que podían derivarse de una violación de los acuerdos adoptados. El vocero del ejército pakistaní declaró que la situación en Swat estaba evolucionando de manera positiva.

Muchos pakistaníes no entienden la política de «doble rasero» que aplican los estadounidenses cuando se trata de los talibanes. Cuando son ellos quienes negocian directamente con los talibanes, es legal. Pero si lo hace el gobierno pakistaní, es casi una traición.

Hamid Mir, conocido periodista pakistaní y colaborador de Geo, el más popular de los canales privados, escribió, el 23 de febrero de 2008, en el diario Jang: «Las residencias de la familia [heredera] del principado de Swat permanecen vacías y abandonadas, pero Musrat Begur, una viuda miembro de la familia, vive con su servidor en un rincón del palacio. Da albergue a mujeres sin techo y necesitadas. La llaman «la madre de Swat».

La sharia no le da miedo. Mi conversación con ella me dejó la impresión de que era favorable a los talibanes. Lo mismo me sucedió con Ghulam Faroog, el editor del diario regional Chamal. Le pregunté por qué la población de Swat era en su mayoría favorable a los talibanes y hostil al ejército pakistaní. Los talibanes provienen de la capa oprimida de la población, o sea de entre ellos mismos [los pobladores]. Los ricos son hostiles a los talibanes, porque éstos últimos son parte de “la gente de a pie”.

La chispa que provocó la rebelión contra los ricos, a los que la gente llama los khawanines (los nobles), data de los años 1970. Fue por temor a los disturbios que el administrador de aquella época incorporó Swat a Pakistán. Esta conversación me recordó la novela, publicada en 2003, que Ahmed Bachir escribió sobre Swat. En ella podemos leer, en la página 763: «Los pobres de Swat están dispuestos a luchar hasta la muerte. Cuando empiece su lucha, varias organizaciones aparecerán por sí mismas.»

Ahmed Bachir no sabía que aquella organización tendría por nombre «los talibanes». Yo tuve la oportunidad de ver con mis propios ojos varios campos de batalla. Aunque disponía de artillería pesada, de blindados y de aviones de combate, el ejército pakistaní no pudo imponerse ante los talibanes. Los habitantes de Swat estaban cansados de las injusticias que duraban desde hacía años y la política de agresión de los estadounidenses añadió leña al fuego. La explosiva mezcla de cólera contra la injusticia y de odio contra los estadounidenses dio lugar a la aparición de un movimiento extremista de resistencia.»

Agentes extranjeros disfrazados de talibanes

Lo anterior aporta una de las posibles respuestas a la interrogante de los medios estadounidenses: «¿Cómo es posible que 12 000 soldados pakistaníes no hayan podido imponerse a 3 000 insurgentes?» Otra respuesta puede encontrarse en las declaraciones del mayor Athar Abbas, vocero del ejército pakistaní: «Detrás de los disturbios del valle de Swat y las zonas tribales vecinas hay servicios secretos extranjeros que arman y financian a los extremistas.

Según el diario Jang, fuerzas de seguridad pakistaníes han arrestado en las zonas tribales a 200 agentes extranjeros disfrazados de talibanes. Muchos pakistaníes se preguntan por qué hay 29 consulados de países vecinos en la zona fronteriza pakistaní-afgana. Eso explicaría también el gran número de actos de crueldad imputados a los talibanes. No está excluido que muchas de las atrocidades cometidas contra las fuerzas de seguridad tengan como objetivo vengar a familiares víctimas del asalto de la Mezquita Roja o de los ataques pakistaní-estadounidenses.»

La mayoría de los pakistaníes no ven la supuesta «guerra contra el terrorismo» como propia sino como una guerra estadounidense que se libra a través de ellos. Mientras el gobierno pakistaní esté a las órdenes de Estados Unidos, no habrá paz. Los estadounidenses quieren desestabilizar Pakistán. Es necesario que se considere a Pakistán como un Estado deficiente, para quitarle entonces su arsenal nuclear. El ejército estadounidense ya tiene incluso una unidad especial encargada de cumplir esa misión.

Swat vivió un breve período de paz. En el pasado hubo varios acuerdos de paz con los talibanes en diferentes zonas, pero fracasaron rápidamente por causa de «incidentes». Ahora, la guerra se ha desatado nuevamente. Y se acusa a los talibanes de ser los culpables, pero eso es lo que se dice en los círculos gubernamentales y no hay libertad de información.

Admitiendo que los talibanes sean los culpables, las víctimas de las operaciones militares siguen siendo los miembros de la población. La población pedía que se restableciera la sharia, pero quería que lo hiciera el gobierno, no los talibanes. El gobierno no quería autorizar a los talibanes a instaurar una administración paralela, pero no logra impedirlo con la simple fuerza de las armas. Se necesitaría para ello una estrategia multilateral y un consenso nacional, y el gobierno de Zardari no dispone de ninguna de las dos.

Los medios han anunciado, por ejemplo, que «los talibanes estaban a las puertas de Islamabad» o que «armas nucleares pudieran caer en manos de los talibanes», lo cual no es más que una patraña.

Lo cierto es que los talibanes sólo controlan un 3,4% de Pakistán. La población de las zonas tribales no representa más que un 2% de la población total de Pakistán, y no se compone únicamente de talibanes. Los 2,5 millones de personas que pueblan las zonas tribales –que no son solamente talibanes– no puedan controlar a 157 millones de pakistaníes.

Los pakistaníes jamás aceptarían un Islam como el que predican los talibanes. En cuanto a las bombas atómicas, no se trata de petardos de fin de año que cualquiera pueda meterse en un bolsillo. Para manejar 80 ojivas nucleares se requieren 70 000 hombres, entre ellos varios miles de científicos.

El espectro talibán no es más que un pretexto. Es otro el objetivo de los estadounidenses. Prueba de ello es que, durante los últimos días de su gobierno, el general Musharraf se quejó de que el ISI (servicios secretos pakistaníes. NdT.) había informado a Estados Unidos sobre los diversos lugares donde se encontraba Baitullah Mehsud, el jefe de los talibanes, sin que los estadounidenses hicieran nada contra él.

El ministro pakistaní del Interior ha dicho que los extremistas están siendo armados y financiados por Afganistán. Pero la pregunta clave es la siguiente: ¿Quién arma y financia a los talibanes en Afganistán? Nadie puede saber a ciencia cierto lo que Estados Unidos está tramando en secreto. Lo que sí es seguro es que la población está pagando los platos rotos. La fuerza de las armas nunca resolverá los problemas de la región.

Rashid Zubair

http://www.voltairenet.org/

sábado, 19 de septiembre de 2009

Berlusconi: Italy to Withdraw from Afghanistan



Italian Prime Minister Silvio Berlusconi, at today's European Union summit in Brussels, announces plans to withdraw Italy's 3,100 troops from Afghanistan.

At his arrival to the extraordinary European summit tonight in Brussels, Silvio Berlusconi, Italian Prime Minister, declared that Italy wants to withdraw its troops from Afghanistan "as soon as possible" but will not take the decision unilaterally.

We are all anxious and hopeful to bring our boys home as soon as possible, Berlusconi told reporters after six Italian troops were killed by a suicide car bomber in Kabul.

We are all convinced that it's better for everyone to leave Afghanistan soon, he added.

He said Italy was already planning a "strong reduction" in its approximately 3,100 troops in Afghanistan, and would proceed in that direction.

EUXTV

sábado, 1 de agosto de 2009

Dispatches From the Edge: Oil and Blood: The Looming Battle for Energy

By Conn Hallinan hursday July 30, 2009

In the past month, two seeming unrelated events have turned Central Asia into a potential flashpoint between an aggressively expanding North Atlantic Treaty Organization (NATO) and a nascent strategic alliance between Russia and China. At stake is nothing less than who holds the future high ground in the competition for the world’s energy resources.

Early this summer, the U.S. Energy Information Administration (EIA) predicted a sharp drop in world oil reserves, which energy expert Michael Klare says means that the “era of cheap and plentiful oil is drawing to a close” and is likely to result in “a new era of cutthroat energy competition.”

In early July, after a full-court press by Washington and an agreement to increase its yearly rent, Kyrgyzstan reversed a decision to close the U.S. base at Manas, thus allowing the United States a powerful toehold in the countries bordering the oil- and gas-rich Caspian Basin.

While Manas is portrayed as a critical base for the ongoing campaign against the Taliban and al Qaeda in Afghanistan, the war in Central Asia is less over “terrorism” than it is over energy. “Never reading the words ‘Afghanistan’ and ‘oil’ in the same sentence is still a source of endless amusement” says the Asia Times’ Pepe Escobar, author of Globalistan.

Escobar, who has coined the term “Pipelineistan” to describe the vast network of oil and gas pipelines that “crisscross the potential imperial battlefields of the planet,” sees Afghanistan as strategically placed between the Middle East, Central and South Asia, “at the core of Pipelineistan.”

As Escobar points out, “It’s no coincidence that the map of terror in the Middle East and Central Asia is practically interchangeable with the map of oil.”

As the old joke goes: It’s not all about oil; some of it is about natural gas.

For most Americans and Europeans, Afghanistan appeared on their radar screens shortly after the 9/11 assaults on the World Trade Towers and the Pentagon. But according to Escobar, three months before the 2001 attack, the United States, Iranian, German and Italian officials got together in Geneva and discussed toppling the Taliban because it was “the proverbial fly in the ointment” in a scheme to run a $2 billion, 800-mile natural gas pipeline from Turkmenistan to Karachi, Pakistan via southern Afghanistan.

According to the Pakistanis, the United States developed a plan in July for launching attacks into Afghanistan from bases in Tajikistan.

Following the collapse of the Soviet Union, NATO moved aggressively to fill the vacuum left by the demise of the Warsaw Pact. One time Soviet allies Romania, Bulgaria, Poland and the Czech Republic, along with the former Soviet provinces of Estonia, Latvia and Lithuania were recruited. The Ukraine and Georgia are currently up for membership.

According to Escobar, one of NATO’s first forays in the energy war was the Balkans.

While NATO represented the Yugoslav war as a fight to liberate the Albanians in Kosovo, Moscow and Beijing viewed it as an opportunity for the Albanian Macedonian Bulgarian Oil Corporation (AMBO) to build a $1.1 billion pipeline to bring Caspian Basin oil to the West, thus bypassing Iran and Russia

The AMBO pipeline—due to open in 2011—will transport Caspian Basin oil via Georgia, Turkey, Bulgaria, Macedonia and Albania. The pipeline is protected by the huge U.S. “Bondsteel” base in Kosovo, “The equivalent of a giant immobile aircraft carrier, capable of exercising surveillance not only over the Balkans but over Turkey and the Black Sea region,” says Escobar.

Certainly the AMBO pipeline, as well as the current Baku-Tblisis-Ceyhan (BTC) pipeline, makes little economic sense. It would be vastly easier and cheaper to send the oil through Iran.

“How could Russia, China, and Iran not interpret the war in Kosovo, then the invasion of Afghanistan (where Washington had previously tried to pair with the Taliban and encourage the building of another of those avoid-Iran, avoid-Russia pipelines), and finally Georgia (that critical energy transportation junction) as straightforward wars for Pipelineistan?” Escobar asks.

For every action, however, there is an opposite and equal reaction.

In 2001, Russia, China, Kyrgyzstan, Uzbekistan, Kazakhstan and Tajikistan founded the Shanghai Cooperation Organization (SCO), which now has observer status from Iran, Pakistan and India, and growing relations with the 10-member Association of Southeast Asian Nations, formally a U.S.-dominated alliance.

Unlike NATO, the SCO is a regional organization, not a military alliance, but one—counting observers—that embraces a growing percentage of the world’s GNP, and 75 percent of both the world’s energy resources and global population.

However, the Collective Security Treaty Organization (CSTO) is a military alliance that, besides being made up of all of the SCO members, also includes Belarus and Armenia.

Last February CSTO created a collective rapid reaction force, which Russian President Dmitry Medvedev says, “will be just as good or comparable with NATO.” The force will consist of a Russian airborne division and air assault brigade, a Kazakh air assault brigade, and battalions from each of the other members, excepting Uzbekistan. According to Russian expert Ilya Kramnik, the collective action force “will give CSTO a quick tool, leaving no time for third parties to intervene.”

The only “third party” capable of intervening in Central Asia is NATO.

In many ways, Beijing is the lynchpin in this 21st-century “great game,” because China is weathering the current worldwide depression better than most countries. While its exports have taken a beating, the Chinese have successfully fallen back on their enormous internal market to take up some of the slack. As a result, China recently opened the aid spigots to nations in the region.

In June, China loaned Turkmenistan $3 billion, which will give it a stake in the Turkman’s enormous Yolotan Osman gas field, rumored to be the world’s largest. The Turkmenistan loan also benefits Moscow by underwriting the Russian oil company Roseneft, and the pipeline buildier, Transneft. Kazakhstan got a $15 billion loan, giving China a 22 percent share in Kazak oil production.

According to former Indian diplomat and current Asia Times commentator M.K. Bhadrakumar, after years of tension between Moscow and Beijing, the two countries are burying that past and “steering their relationship” in the direction of a “strategic partnership in the overall international situation,” rather than competing over energy resources.

This past April, Russia and China signed a $25 billion oil agreement that will supply Beijing with 4 percent of its needs through 2034. The two countries are currently negotiating a natural gas deal.

Beijing is planning an almost 4,000-mile, $26 billion Turkman-Kazakh-China pipeline to run from the Caspian Basin to Guangdong Province in China. Included in the deal is a proviso to keep “third parties”—NATO bases—out of the country

In the meantime, Russia is paying premium prices to lock up Kazakh, Uzbek, and Turkman gas. It is also negotiating to buy more Azerbaijani oil, which if successful, could end up bankrupting the western-controlled BTC pipeline that runs through Georgia.

Writing in Business Week, S. Adam Cardais, former editor of the Prague Post, says that Russia is “doing its damnedest to keep Europe out of Central Asia,” and that Russia and China “may have already outmaneuvered Europe.”

But Washington is hardly throwing in the towel. The Manas coup is a case in point, and the Obama administration is increasing aid to Kyrgyzstan and Tajikistan. Apparently the gas pipeline project from Turkmenistan to Pakistan that fell apart shortly before the United States invaded Afghanistan has also been revived.

In short, the Central Asian chessboard is enormous, the pieces are numerous, and the stakes are high. Pipelineistan is not limited to the Middle East and Central Asia. It exists wherever gas and oil flow, from the steamy depths of Venezuela’s Oronoco Basin, to the depths of the South Atlantic off the coast of Brazil.

“Oil and gas by themselves are not the U.S.’s ultimate aim,” argues Escobar, “It’s all about control.” And if “the U.S. controls the sources of energy of its rivals—Europe, Japan, China, and other nations aspiring to be more independent— they win.”

The United States has enormous military power, but as Iraq, and now Afghanistan, makes clear, the old days when one could corner a market by engineering a coup or sending in the Marines are fast receding. The old imperial nations are fading, and the up and comers are more likely to be speaking Portuguese, Chinese and Hindi than English. The trick over the next several decades will be how to keep the competition for energy from sparking off brush fire wars or a catastrophic clash of the great powers.

Source:

http://www.berkeleydailyplanet.com/

domingo, 28 de junio de 2009

De la révolution au mercenariat. Les Moudjahidin perdus

De la révolution au mercenariat
Les Moudjahidin perdus
par Paul Labarique

Issus de la résistance armée à la dictature du shah d’Iran, les Moudjahidin du peuple ambitionnaient une révolution islamique et sociale, mais furent écartés par l’ayatollah Khomeiny. D’alliances objectives en compromis douteux, puis en trahison certaine, ils devinrent le bras armé de Washington contre leur propre peuple. Responsables d’attentats dans une quinzaine de pays contre les intérêts iraniens et ayant participé aux pires exactions du régime de Saddam Hussein, ils sont aujourd’hui considérés comme une organisation terroriste, mais bénéficient du soutien des faucons états-uniens.


Maryam Radjavi

L’Organisation iranienne des Moudjahidin du peuple a été créée par des musulmans progressistes, en 1965, pour renverser la dictature de Mohammed Rezâ Pahlavi. Celui-ci, aidé par le MI6 britannique et la CIA états-unienne, avait mit fin, en 1953, au gouvernement socialiste de Mohammad Mossadegh qui entendait nationaliser les ressources pétrolières et redistribuer les richesses au peuple. Il avait consolidé son pouvoir personnel grâce à une terrible police politique, la Savak, étroitement encadrée par les services anglo-saxons [1]. Plus de cinq cent milles personnes furent arrêtées et emprisonnées entre 1957 et 1978, tandis que des milliers d’opposants étaient victimes de tribunaux d’exception, de tortures et d’exécutions sommaires. Dans son rapport annuel de 1975, Amnesty International écrivait : « Aucun pays au monde n’a de bilan pire que l’Iran [du shah] en matière de Droits de l’homme ».

Pendant cette période, les Moudjahidin du peuple développent une guérilla urbaine, tout comme les Fedayins du peuple, qui sont eux de véritables marxistes-léninistes. Les deux partis subissent en retour une répression féroce. Lors du renversement du shah, ils sont donc trop affaiblis pour pouvoir jouer le rôle politique dont ils rêvent. C’est le clergé, mobilisé derrière l’ayatollah Ruhollâh Khomeiny, qui prend les rênes du pouvoir en février 1979. Celui-ci, intronisé officieusement par Washington [2], s’appuie sur un soutien populaire mésestimé pour lancer une importante révolution sociale et, très rapidement, rompre avec ses soutiens états-uniens.

Iran, 1979. Les Moudjahidin écartés de la Révolution islamique

Symboliquement, Khomeiny nomme à la tête du gouvernement provisoire Mehdi Bazargan, qui a été incarcéré à quatre reprises sous l’Ancien régime pour son opposition au shah. L’Iran connaît alors un vaste mouvement d’épuration et de répression des royalistes et des policiers de la SAVAK, mais aussi une profonde révolution sociale, inspirée tout autant de 1789 et 1917 que du Coran. De nombreuses richesses sont nationalisées (banques, compagnies d’assurances, grands complexes industriels). Les grands domaines agricoles sont occupés de façon « sauvage » par les paysans sans terre, et des « conseils ouvriers » sont élus et prennent le contrôle des usines. Soutenu par les Moudjahidin du peuple, Mehdi Bazargan, digne représentant du Bazar, le mouvement socialement conservateur prônant la libéralisation des échanges, se retrouve en porte-à-faux face au glissement toujours plus à gauche de la révolution et aux mutations accélérées de la société iranienne. Vite discrédité, il quitte le pouvoir au moment de la « deuxième révolution » initiée par l’imam Khomeiny dont l’objectif est de mettre fin à l’ingérence étrangère, principalement états-unienne, dans le pays.

Sur la base de documents récupérés dans les archives secrètes de l’ambassade des États-Unis à Téhéran, occupée à partir de novembre 1979 par des « étudiants islamiques », de nombreux hommes politiques et même des partis réputés « pro-occidentaux » sont menacés par le pouvoir iranien, tels que Amir Entezam, ancien vice-Premier ministre, Hassan Nazih, ancien directeur de la National Iranian Oil Company, Rahmatollah Mognadam-Maraghi, chef du Parti radical et l’ayatollah Chariat Madari, considéré comme un libéral de droite. Au final, le clergé chiite rejoue une partition déjà connue de l’histoire iranienne : asseoir son pouvoir en se faisant le champion de la cause nationale contre l’exploitation étrangère. De facto, son opposition, qu’elle soit royaliste ou d’une autre faction révolutionnaire, se trouve en position d’allié objectif des États-Unis. Dans ce contexte, les Moudjahidin, qui sont devenus un parti de masse capable de rassembler à Téhéran 150 000 partisans et sympathisants, en juin 1979, prennent leur distance avec le comportement des étudiants islamiques, bien qu’ayant salué au départ la prise de l’ambassade états-unienne. Sous la houlette de leur leader Massoud Radjavi, ils se dressent contre l’imam Khomeiny qui, en retour, stigmatise avec virulence dans ses discours les « islamo-marxistes ». Dans le même temps, les autres mouvements d’opposition que sont les Fedayins du peuple et le Parti démocratique kurde (PDK) subissent de violentes dissidences internes : les premiers adoptent une ligne politique « anti-impérialiste » comparable à celle du parti communiste iranien Toudeh, tandis qu’au sein du PDK, « une fraction, celle-là minoritaire, s’est séparée de la majorité, dirigée par M. Abdel Rahman Ghassemlou, en l’accusant de collaborer avec l’Irak et l’OTAN » [3]. Peu à peu, les Moudjahidin du peuple incarnent la principale formation d’opposition au pouvoir en place à Téhéran en prônant un État islamique sans la mainmise de l’appareil clérical sur le pouvoir. Se fondant sur une interprétation « socialiste » du Coran, ils développent « une vision autogestionnaire de l’organisation politique de la communauté islamique » qui « doit devenir son propre "imam" » [4]. Le pouvoir est donc exercé à la base, et non pas par la classe des théologiens.

France, 1981. Massoud Radjavi se réfugie à Paris, rapprochement avec les États-Unis

En raison de cette opposition idéologique forte, les Moudjahidin ne sont pas représentés ni au Conseil de la révolution, ni au sein du gouvernement provisoire de Mehdi Bazargan. Ils subissent la censure des médias à l’encontre de leurs activités et déclarations, tandis qu’une répression à peine voilée du mouvement contraint ses membres à militer dans une semi-clandestinité. La prise de contrôle de tous les postes de pouvoir par le Parti de la République islamique (PRI) soutenu par Khomeiny et dirigé par l’ayatollah Behechti accélère la marginalisation politique des Moudjahidin. Le déclenchement en septembre 1980 de la guerre Iran-Irak par les troupes de Saddam Hussein, poussé par Washington et ses alliés atlantistes, rend la situation intérieure encore plus tendue. Le président iranien, Bani Sadr, adversaire du PRI, est menacé et les religieux craignent qu’il ne s’allie avec les Moudjahidin. En mars 1981, de violents affrontements à l’université de Téhéran voient les partisans du président être rejoints par des membres du mouvement de Massoud Radjavi, contre des hommes de main du PRI. Le conflit au sommet de l’État tourne à l’avantage des théocrates, qui destituent le président Bani Sadr, le 10 juin 1981. Celui-ci se réfugie dans la clandestinité, tandis que les Moudjahidin se font menaçants. Le 28 juin 1981, un attentat, qui leur est attribué, décime les dirigeants du PRI, tuant l’ayatollah Behechti ainsi que quatre ministre, six ministres adjoints et le quart du groupe parlementaire du PRI. Dans la foulée le mouvement subit une vague d’arrestations, des militants de gauche, dont de nombreux Moudjahidin, sont exécutés, tandis que de multiples attaques armées sont lancées contre le régime. Massoud Radjavi se réfugie à Paris, avec le président Bani Sadr, en juillet 1981. François Mitterrand vient juste d’accéder à la présidence de la République.

Alliés objectifs de la France et des États-Unis, les Moudjahidin du peuple vont perdre tout soutien populaire en Iran et commencer leur lente dérive. Ils deviennent le bras armé de « l’Occident » face au régime islamique, dans la « guerre » [5] que vont se livrer Paris et Téhéran autour du règlement du contentieux Eurodif. L’Iran avait en effet accepté, en1974, de prêter un milliard de dollars à la France, par l’intermédiaire du Commissariat à l’énergie atomique (CEA). Cette somme devait servir à construire une nouvelle centrale nucléaire à Pierrelatte. En échange, l’Iran se voyait ouvrir le capital d’Eurodif, où elle détenait une minorité de blocage. De plus, Téhéran obtenait l’accès à 10 % de l’uranium enrichi produit à Pierrelatte et pouvait ainsi envisager d’accéder au statut de puissance nucléaire. La France, qui avait signé cet accord avec l’Iran du shah, refuse de l’honorer une fois l’ayatollah Khomeyni au pouvoir. Celui-ci va donc exercer une importante pression sur Paris pour obtenir satisfaction, en multipliant les attentats, les assassinats ciblés et les échanges de prisonniers [6].

Les Moudjahidin du peuple permettent, à l’inverse, à la France et aux États-Unis de frapper des cibles sur le sol iranien. Devenus des mercenaires, ils trahissent leur pays et soutiennent l’Irak dans le conflit sanglant qui l’oppose à la République islamique. Ils vont même jusqu’à installer sur les terres de Saddam Hussein leurs principaux centres d’opération, en 1987.

Mais la multiplication des attentats iraniens sur le sol français pousse Paris, et notamment le gouvernement de Jacques Chirac intronisé en mars 1986, à négocier avec Téhéran. Officiellement, les Moudjahidin du peuple vont alors servir de monnaie d’échange entre les deux pays pour la libération des otages français au Liban. En réalité, ils subissent surtout les dommages collatéraux des négociations franco-iraniennes autour de la coopération nucléaire, comme étape intermédiaire pour une « normalisation » des relations diplomatiques. Ils servent donc d’écran de fumée pour empêcher que soient révélés les réels enjeux des négociations. Mais les conséquences qui vont les frapper sont bel et bien réelles.

Irak, 1986. Alliance avec Saddam Hussein en guerre contre l’Iran

Ainsi, en juin 1986, le chef des Moudjahidin du peuple, Massoud Radjavi, est expulsé de Paris vers Bagdad, à la grande satisfaction des responsables iraniens, tels que Ali Ahani, directeur pour l’Europe et l’Amérique au ministère des Affaires étrangères iranien [7]. Il ne s’agit pourtant pas là d’une bonne nouvelle pour Téhéran, puisque le leader des Moudjahidin signe, peu après, un accord avec Saddam Hussein. L’organisation continue ses actions terroristes sur le sol iranien, assassinant, en février 1987, un responsable provincial chargé de l’éducation, Ali Iranmanesh [8]. Trois jours plus tard, l’Irak renonce pour deux semaines à bombarder les villes iraniennes quotidiennement attaquées jusque-là par les chasseurs bombardiers irakiens. Selon un communiqué officiel, cette décision a été prise suite à la demande formulée par le chef des Moudjahidin, Massoud Radjavi, auprès du président Saddam Hussein, « au nom des masses iraniennes et de leurs forces militant contre le régime iranien » [9]. Un tel recours aux Moudjahidin pour justifier une trêve avait déjà eu lieu, en juillet 1985, en invoquant « une demande formulée par M. Radjavi ».

États-Unis, 1987. Fracture au sein de la classe politique sur l’utilisation des Moudjahines


Malgré l’engagement militaire des Moudjahines iraniens aux côtés de l’Irak contre leur propre pays [10], ils seront, dans les mois qui suivent, lâchés par la France et des États-Unis. En avril 1987, le porte-parole du département d’État, Charles Edgar Redman, affirme qu’il « ne voit pas de raison » de soutenir un mouvement qui « prône la violence » et a « une longue histoire de terrorisme ». Il ressort à cette occasion l’épisode selon lequel les Moudjahidin auraient « assassiné au moins six Américains » lors des années d’opposition au shah, et souligne qu’ils ont réalisé un certain nombre d’actes terroristes en Iran, notamment des attentats à la bombe en juin et août 1981 qui ont fait « beaucoup plus de cent victimes ». Le 22 avril 1987, le département d’État états-unien annonce dans la continuité « que ses récents contacts avec des représentants de cette organisation ne représentent pas un changement dans la politique américaine à l’égard du terrorisme » [11].

En août 1987, alors que cinquante-deux membres du Congrès états-unien demandent au secrétaire d’État, George Schulz, de soutenir les Moudjahidin du peuple dans leur lutte contre le régime de l’imam Khomeiny, Phyllis Oakley, porte-parole du département d’État affirme que si les « États-Unis déplorent les excès du régime Khomeiny (...), ils n’approuvent pas pour autant l’usage de la terreur et de la violence par des groupes d’opposition », préparant le terrain à une réponse négative de la part de la diplomatie états-unienne [12].

France, 1987. Expulsion de Moudjahidin par le gouvernement Chirac, opposition des socialistes

En décembre, c’est la France, par la voix de son ministre de l’Intérieur Charles Pasqua, qui fait expulser plusieurs dizaines d’opposants iraniens au régime de Téhéran, et notamment des membres des Moudjahidin du peuple. Le Premier ministre, Jacques Chirac, déclare : « L’Iran est irrité à juste titre par l’abus du droit d’asile de la part d’un certain nombre de réfugiés iraniens ». Le porte-parole des Moudjahidin met directement en cause les négociations secrètes entre Paris et Téhéran : « Le gouvernement français est en train de payer, pour ses otages, une lourde rançon aux tortionnaires de Khomeiny et à son régime chancelant. La résistance iranienne et le peuple d’Iran n’oublieront pas ces actes inamicaux (...). Nous payons le prix d’un marchandage qui n’honore personne, ni la France, ni l’Iran. » [13].

FOTO:Mgr Jacques Gaillot et Maryam Radjavi.


La décision des autorités françaises suscite de nombreuses réactions d’indignation de la part d’associations ou d’hommes politiques souhaitant prendre la défense des Moudjahidin. C’est le cas du Haut commissariat pour les réfugiés (HCR), qui demande à connaître les motifs de la mesure d’expulsion ainsi que des précisions sur les personnes concernées [14]. La CIMADE, France Terre d’Asile, le GISTI et la Ligue des Droits de l’Homme protestent. Trois avocats, Mes Henri Leclerc, Jean-Philippe Mignard et Francis Teitgen dénoncent la « vassalisation de notre droit aux volontés de l’ayatollah Khomeiny », tandis que Jack Lang s’enflamme : « Honte à Pasqua. Honte au gouvernement Chirac qui, par ce geste indigne, renie le droit d’asile et pactise avec la dictature de Khomeiny » [15]. Lionel Jospin, alors premier secrétaire du Parti socialiste, évoque une expulsion « brutale » et demande des explications au gouvernement [16]. Le député socialiste, Louis Mexandeau, attaque Charles Pasqua dans l’hémicycle : « Vous avez payé aux autorités iraniennes un pourboire ou un acompte en monnaie iranienne : l’unité de compte est le réfugié iranien ou kurde ! » La réponse du ministre de l’Intérieur est cinglante : « C’est votre droit, M. Mexandeau, de vous déclarer solidaire des Moudjahidin du peuple qui, aujourd’hui, combattent le régime de Khomeiny, comme ils l’ont aidé hier à prendre le pouvoir. Vous aurez du mal à les présenter comme des démocrates authentiques et on peut imaginer quel régime s’instaurerait en Iran s’ils prenaient le pouvoir, mais ce n’est pas mon problème. Mon problème, c’est que, en tant que ministre de l’Intérieur, je ne puis tolérer que l’on se livre sur notre sol à des opérations, à un chantage et à des menaces tendant à faire régner la terreur dans une autre partie de la communauté iranienne » [17].


Cette levée de boucliers de la part de la Mitterrandie amène à s’interroger sur les rapports qu’elle entretient, depuis 1981, avec l’organisation iranienne. [18]. Elle est relayée, sur la scène internationale, par de violentes critiques de la part de parlementaires britanniques, états-uniens et italiens [19]. Margaret Thatcher, alors Premier ministre britannique, s’inquiète même publiquement de ce qui pourrait apparaître comme une « prime » aux preneurs d’otages. [20]. Jacques Chirac y répond en affirmant que la France refuse de transiger avec l’Iran et en démentant avoir payé une rançon pour le retour des otages Jean-Louis Normandin et Roger Auque, mettant « au défi » ceux qui disent le contraire, notamment « dans la presse anglo-saxonne, pour des raisons précises qui n’ont pas changé depuis Lawrence d’Arabie » [21].
Le président François Mitterrand va d’ailleurs révéler sa position en janvier 1988, en apportant officiellement son soutien aux réfugiés iraniens, au terme d’une rencontre avec Jean-Pierre Hocké, haut-commissaire au réfugié, qu’il assure de son « plein soutien ». Dans le même temps, Danielle Mitterrand reçoit « longuement les familles des réfugiés iraniens expulsés » et se rend, en tant que présidente de l’association France-Libertés, sur les lieux mêmes où les opposants iraniens font la grève de la faim [22]. La presse rappelle alors avec délectation que Charles Pasqua avait lui-même signé en juillet 1985, en tant que sénateur, un texte de soutien aux Moudjahidin du peuple de Massoud Radjavi.


Autre sujet d’interrogation, la destination choisie pour les expulsés : ceux-ci sont envoyés vers le Gabon, une décision prise à Antibes, lors du sommet franco-africain, au terme de négociations entre Jacques Foccart, alors conseiller de Jacques Chirac pour les affaires africaines, et le président gabonais Omar Bongo, en présence du général Imbot, directeur de la DGSE [23].
Des opposants iraniens continuent néanmoins de résider en France, notamment Chapour Bakhtiar, le dernier chef du gouvernement impérial, et Abolhassan Bani Sadr, l’ancien président de la République islamique [24].
Finalement, sept des quinze expulsés sont rapatriés en France, au terme d’une campagne de mobilisation internationale, relayée par la presse, non seulement en France, mais aussi aux États-Unis et au Royaume Uni [25].


Irak, 1991. Répression des chiites et des kurdes pour le compte de Saddam Hussein


La répression de l’Iran envers les Moudjahidin engagés aux côtés des forces irakiennes ne faiblit pas. En août 1988, lors d’une offensive dans le centre-ouest de l’Iran, ils perdent plus d’un millier d’hommes tandis que sept personnes sont exécutées à Batharan pour avoir « collaboré avec les membres de ce mouvement qui avaient envahi la région » [26]. De nombreux prisonniers politiques sont également exécutés début 1989 et Kassem Radjavi (frère de Massoud) est assassiné à Genève, le 24 avril 1990.
Repliés sur eux-mêmes, les Moudjahidin sont devenus une sorte de secte militaire, placée sous l’autorité d’un couple tout-puissant, les Radjavi, secondé par un groupe de femmes sans pitié. Ils sont entre 6 000 et 8 000 vivant en communauté dans des bases fermées, installées en plein désert. En 1991, à l’issue de la Guerre du Golfe, l’Irak de Saddam Hussein, laissé exsangue mais debout par les États-Unis, doit réprimer la révolte des chiites et des kurdes contre le gouvernement ba’assiste. Pour cette opération, Saddam Hussein pourra compter non seulement sur la passivité des États-Unis (qui ont laissé les hélicoptères irakiens décoller alors même que l’espace aérien devait être verrouillé), mais aussi sur le fanatisme des Moudjahidin devenus exécuteurs des basses œuvres de son régime. Le New York Times relate ainsi le témoignage de Karim Haghi, ancien garde du corps de Massoud et Maryam Radjavi, selon lequel « on nous a expliqué que si ces révoltes parvenaient à renverser Saddam Hussein, ce serait la fin de notre mouvement. (...) Maryam Radjavi nous a conseillé de les tuer avec des tanks afin de garder nos balles pour d’autres opérations. » [27].
Le 5 avril 1993, des ambassades ou des institutions iraniennes sont la cible d’attentats dans 13 pays. Ils sont attribués aux Moudjahidin, qui n’ont pourtant pas la capacité opérationnelle des les perpétrer tous simultanément. La presse de l’époque présente cette action de grande ampleur comme une riposte à un bombardement d’un camp des Moudjahidin en Irak. Il est plus probable qu’il s’agisse d’une opération plus complexe : pour empêcher l’Argentine d’acquérir de nouvelles technologies nucléaires israéliennes, Téhéran aurait commandité au Jihad islamique un attentat contre l’ambassade d’Israël à Buenos Aires, le 17 mars, faisant 29 morts et 200 blessés. En rétorsion, Tel Aviv aurait commandité aux Moujahidines du peuple des attentats contre des ambassades iraniennes.

France, 1993. Expulsion pour protéger « les intérêts supérieurs de l’État »

En novembre 1993, la présence sur le sol français de la femme de Massoud Radjavi suscite une crise diplomatique entre la France et l’Iran. Le mouvement des Moudjahidin continue d’être violemment combattu par la République islamique, tandis que l’organisation réalise des opérations de représailles sur place, tel que la destruction de onze oléoducs en juin 1993, en réponse à l’assassinat de l’un de ses membres à Karachi, au Pakistan [28]. Téhéran appelle à l’expulsion immédiate de Maryam Radjavi, le 9 novembre, et le même jour, l’ambassade de France et les locaux d’Air France à Téhéran sont visés par deux attentats, faisant deux blessés légers. Ils sont revendiqués par le « Hezbollah du sud de Téhéran ». Peu de temps après, le ministre turc de l’Intérieur annonce l’expulsion des Moudjahidin du peuple et des opposants kurdes iraniens se trouvant dans son pays. La donne a changé, et le mouvement iranien n’y a plus sa place. Comment comprendre autrement le refus opposé par le gouvernement d’Édouard Balladur à l’extradition vers la Suisse de deux Iraniens soupçonnés d’avoir assassiné Kazem Radjavi sur le sol helvétique ? La raison invoquée est lapidaire : il s’agit, selon le gouvernement, de protéger « les intérêts supérieurs de l’État ». On découvre à cette occasion, la dérive sectaire de l’organisation : pour « tenir » les membres en exil en Occident, les Radjavi les contraignent à confier leurs enfants à d’autres membres, situés dans d’autres pays.


Les États-Unis eux-mêmes prennent leurs distances. Après avoir fait ressurgir le spectre des six ressortissants états-uniens assassinés par l’organisation du temps du shah, les autorités accusent Razi Ahmed Youssef, un des auteurs présumés de l’attentat de 1993 contre le World Trade Center, d’être également responsable de l’attentat contre le mausolée de l’imam Reza en Iran, le 20 juin 1994, qui avait fait vingt-cinq morts et soixante-dix blessés. Une action attribuée aux Moudjahidin du peuple par Téhéran. En juin 1995, c’est au tour de l’Allemagne de refuser à Maryam Radjavi l’entrée sur son territoire pour un meeting d’opposants iraniens à Dortmund [29]. L’Iran profite de l’embellie diplomatique pour s’attaquer frontalement aux Moudjahidin : en mai 1995, ce sont deux dirigeantes du mouvement qui sont assassinées à Bagdad. En juillet, Téhéran bombarde la principale base militaire de l’organisation et fait tuer trois membres du mouvement à Bagdad. L’Iran réclame en parallèle à Saddam Hussein qu’il lui livre Massoud Radjavi, toujours présent sur le sol irakien. Le 31 juillet, deux attentats attribués aux Moudjahidin secouent Téhéran, non loin du siège de l’Assemblée suprême de la révolution islamique en Irak, un mouvement d’opposition chiite au régime de Bagdad.

1997. Rapprochement pétrolier Iran-États-Unis, les Moudjahidin déclarés « terroristes »

En 1997, le département d’État états-unien de Madeleine Albright place la branche politique du mouvement, le Conseil National de Résistance Iranienne, sur sa liste des organisations terroristes. D’après une note d’information du Parlement australien, les attentats perpétrés en 1992 contre des ambassades iraniennes à l’étranger et attribués aux Moudjahidin auraient beaucoup pesé dans la décision de Washington. La décision survient dans le cadre d’une tentative de rapprochement irano-états-unienne sur fonds d’intérêts pétroliers. D’après Le Figaro, l’Iran est à l’époque le principal bénéficiaire de plusieurs contrats signés par Total et par Shell, que l’administration Clinton souhaite laisser passer sans appliquer les sanctions extra-territoriales votées en 1996 par le Congrès : face à celui-ci, écrit le quotidien français, « les ténors du lobby pétrolier, tel l’ex-secrétaire d’État James Baker, sont peut-être en train d’imposer leur vue : dans la course au pétrole et au gaz de la Caspienne, les compagnies américaines traînent la loi D’Amato-Kennedy comme un boulet » [30]. La même année, l’accession à la présidence de Mohammad Khatami, plutôt apprécié par Washington, est considérée comme un camouflet pour les Moudjahidin, qui appelaient au boycott du scrutin.
Lâchée par leurs appuis extérieurs, les Moudjahidin n’abandonnent pas le combat. En 1998, ils revendiquent l’attentat contre le Tribunal révolutionnaire de Téhéran et l’attaque manquée du quartier général des Gardiens de la Révolution. En août, ils assassinent Assadollah Ladjervardi, ancien procureur des tribunaux révolutionnaires et ex-directeur de la plus grande prison d’Iran. En 1999, c’est le siège du ministère des Renseignementsquiest visé par une attaque au mortier, puis le général Ali Sayad Chirazi qui est assassiné en avril. En juin, l’Iran réplique en tirant trois missiles sol-sol de longue portée sur une des bases des Moudjahidin située sur le sol irakien, à 110 kilomètres au nord de Bagdad. Téhéran peut compter, dans sa lutte, sur le soutien de la France : lors de la visite du président Khatami à Paris, en octobre 1999, les autorités françaises déploient un important dispositif de sécurité et procèdent même à des opérations de police contre les opposants iraniens, en gage de bonne volonté. Une démarche qui suscite cette réaction indignée de Me Henri Leclerc, président de la Ligue des droits de l’homme. Selon lui, l’action contre les Moudjahidin est à mettre en parallèle avec l’arrestation de manifestants tibétains et de membres de Reporters sans frontières lors de la visite officielle du président chinois, Jiang Zemin. Il ajoute même :« L’Iran est l’un des pires régimes du monde pour les atteintes aux libertés » [31].

Irak 2003. Promesses non-tenues des États-Unis à l’Iran


Devenus inutiles en eux-mêmes, les Moudjahidin vont à nouveau devenir une monnaie d’échange diplomatique permettant à l’Iran de refaire surface sur la scène internationale. En mars 2002, Téhéran conclut ainsi un accord avec Ankara : la République islamique place le Parti des travailleurs du Kurdistan (PKK) sur sa liste des organisations terroristes, tandis que la Turquie fait de même avec les Moudjahidin du peuple [32]. Les deux pays procèderont par la suite à des échanges de prisonniers appartenant aux deux mouvements, en gage de coopération. Les États-Unis eux-mêmes vont collaborer avec l’Iran sous couvert de « guerre au terrorisme ». Malgré les démentis des officiels iraniens, plusieurs diplomates occidentaux font ainsi part, en décembre 2002, de la participation de leur pays au renversement du régime des Talibans afghans, honnis par Téhéran [33]. Selon ces diplomates, l’Iran aurait été jusqu’à communiquer aux responsables états-uniens des informations sur le programme d’armement chimique irakien, lors d’une rencontre tenue secrète à Paris. Les États-Unis auraient de leur côté cherché à s’assurer de la coopération de l’opposition chiite irakienne après l’invasion du pays. En échange de ces garanties, Washington se serait engagé à éliminer la menace des Moudjahidin du peuple [34]


Effectivement, le 15 avril 2003, les forces de la Coalition bombardent, dans le pays nouvellement conquis, les bases des Moudjahidin du peuple. Cependant, il semble bien que ni l’Iran, ni les Etats-Unis, n’aient décidé d’honorer, au final, leurs engagements initiaux. La minorité chiite en Irak apparaît en effet bien plus active que ne le souhaiterait l’administration états-unienne et a, en conséquence, été la cible de plusieurs attentats meurtriers. Par ailleurs, l’armée états-unienne aurait, avant d’attaquer les camps d’entraînement des Moudjahidin, averti les occupants de quitter les lieux afin d’éviter toute perte. Mieux, le 22 avril, les forces de la Coalition signent un cessez-le-feu avec l’organisation, une initiative saluée par Massoud Radjavi [35] et violemment critiquée par Téhéran.


États-Unis, 2003. Les faucons aux côtés des Moudjahidin

C’est que l’organisation compte de nombreux soutiens aux États-Unis, particulièrement dans les rangs des faucons prêts à s’allier avec quiconque pourrait participer au renversement du régime iranien. Un article de Newsweek de septembre 2002 faisait ainsi état d’un rapport des services états-uniens consacré aux liens de Saddam Hussein avec des organisations terroristes. Il n’y était fait aucune référence à Al Qaïda, mais bien aux Moudjahidin du peuple, ce qui n’a pas manqué de plonger dans l’embarras les responsables états-uniens dont certains sont connus pour en être des sympathisants [36]. Sa façade états-unienne, le Conseil national de résistance iranien, qui a son siège à Washington dans les locaux du National Press Building, a pourtant elle aussi été placée sur la liste des organisations terroristes en 1999 par le département d’État. D’après Newsweek, le mouvement bénéficierait du soutien de plus de deux cents membres du Congrès, mais aussi de celui de l’actuel secrétaire à la Justice, John Ashcroft. Lors d’une manifestation du mouvement devant l’ONU, pour protester contre un discours du président Khatami, John Ashcroft et Chris Bond, tous deux républicains du Missouri, avaient rédigé un communiqué de solidarité avec les Moudjahidin, lu et acclamé en public à cette occasion. Une photographie de John Ashcroft figure également dans une plaquette de présentation du mouvement distribuée au Capitole. Un autre de ses soutiens n’est autre que le sénateur démocrate du New Jersey, Bob Torricelli, qui a été accusé par son adversaire républicain, Doug Forrester, d’avoir reçu 100 000 dollars des Moudjahidin pour financer sa campagne. Depuis le 11 septembre 2001, ces soutiens se sont logiquement faits plus rares.



Meeting des Moujahidines du Peuple le 24 janvier 2004, à Washington
En présence de Richard Perle, conseiller du Pentagone et des Gipsy Kings.

Le journal parlementaire états-unien The Hill recense, dans un article paru en avril 2003, les élus états-uniens qui continuent de défendre les Moudjahidines. Parmi ceux-ci, on trouve Ileana Ros-Lehtinen, présidente républicaine de la sous-commission aux relations internationales consacrée au Proche-Orient et à l’Asie centrale, mais aussi le congressman républicain du Colorado Tom Tancredo, Edolphus Town, Gary Ackerman, Lincoln Diaz-Balart et Sheila Jackson Lee. Des connexions politiques qui expliquent l’inertie états-unienne face aux Moudjahdines. D’après le département de la Justice, les représentants d’une organisation que le département d’État qualifie de terroriste ne sont pas nécessairement en violation de la loi fédérale, comme l’a expliqué l’un des porte-parole de l’équipe de John Ashcroft : « Le simple fait qu’un groupe soit désigné comme [une organisation terroriste étrangère] ne rend pas nécessairement ce groupe illégal ». Au contraire, l’organisation est même recensée par le département de la Justice en tant que lobbyiste sur le Foreign Agents Registration Act [43].


Dans le cadre de la guerre au terrorisme, les Moudjahidines sont un véritable enjeu politique pour la diplomatie états-unienne. Un laxisme de Washington sur ce dossier remettrait en cause le bien-fondé de sa lutte contre le terrorisme international. C’est pour cette raison qu’à la suite des opérations policières menées simultanément en Australie et en France contre les Moudjahidines du peuple, au début de l’été 2003, le département d’État et le département du Trésor ont attaqué à leur tour l’organisation en août, fermant ses bureaux et gelant ses comptes bancaires. Aujourd’hui, alors que le régime iranien se retrouve confronté à une grave crise institutionnelle, la tentation est grande pour les faucons de Washington d’avoir une nouvelle fois recours à son bras armé pour déstabiliser la République islamique. Mais l’administration Bush doit savoir, pour s’être plusieurs fois brûlé les doigts en voulant jouer aux apprentis sorciers dans la région, que la désignation d’un dirigeant iranien depuis l’étranger a peu de chances d’aboutir. La participation des Moudjahidines du peuple, aux côtés des troupes de Saddam Hussein, aux massacres de la guerre Iran-Irak et à la répression des insurrections chiites et kurdes de 1991, a depuis longtemps carbonisé la légitimité de l’organisation auprès de la population iranienne. L’idée de les voir associés d’une quelconque manière à l’exercice du pouvoir à Téhéran ne peut que faire frémir les observateurs avertis de la vie politique iranienne.


Paul LabariqueLes articles de cet auteur


[1] La Savak a été créée, en 1957, à Londres, par le MI6. Des cours de torture ont été dispensés par des officiers de la CIA. En outre, des commandos SAS britanniques ont entraîné et encadré l’armée impériale pour réprimer le mouvement kurde. En échange, le shah a accepté les conditions d’exploitations fixées par les compagnies pétrolières anglo-saxonnes, et l’installation d’une station d’espionnage électronique du GCHQ britannique à la frontière irano-soviétique.
[2] Les États-Unis étaient inquiets de voir leur protégé, Mohammed Rezâ Pahlavi, devenir de moins en moins contrôlable et manifester des ambitions régionales démesurées. Ils avaient donc décidé de le renverser au profit d’un tiers qu’ils pensaient, à tort, plus malléable.
[3] « L’offensive contre la révolution islamique en Iran », par Éric Rouleau, Le Monde diplomatique, octobre 1980.
[4] « La guerre ouverte succède au conflit de tendances au sein du mouvement islamique iranien », par Ahmad Fraoughy, Le Monde diplomatique, août 1981.
[5] D’après Une Guerre, de Dominique Lorentz, Les Arènes, 1997.
[6] Pour le détail de cette période, voir Une Guerre, op.cit.
[7] « Les négociations franco-iraniennes dans une phase difficile », par Alain Frachon, Le Monde, 23 janvier 1987.
[8] « Iran : un responsable provincial assassiné », Le Monde d’après l’AFP, 19 février 1987.
[9] « L’Irak annonce la suspension conditionnelle de ses raids sur les villes iraniennes », Le Monde, 20 février 1987.
[10] La branche militaire des Moudjahidin, l’Armée nationale de libération de l’Iran, se bat aux côtés des forces irakiennes sur le front. D’après « La "normalisation" avec Téhéran va bon train », par Yves Heller, Le Monde, 9 décembre 1987.
[11] « Mise au point du département d’État sur ses contacts avec les Moudjahidin », Le Monde d’après AFP, 24 avril 1987.
[12] « Après la libération de M. Charles Glass, Washington annonce le retour à Damas de son ambassadeur », Le Monde d’après AFP et Reuters, 21 août 1987.
[13] « Le ministère de l’Intérieur annonce l’expulsion de plusieurs dizaines d’opposants iraniens », Le Monde, 8 décembre 1987.
[14] « Le HCR demande des précisions à la France », par Isabelle Vichniac, Le Monde, 9 décembre 1987.
[15] « Onze des opposants iraniens promis à l’expulsion ont le statut de réfugié », Le Monde, 9 décembre 1987.
[16] « M.Jospin : brutal », Le Monde, 9 décembre 1987.
[17] « Le PS attaque M. Pasqua sur le sort des réfugiés », Le Monde, 14 décembre 1987.
[18] D’après Gérard Boureau, maître de conférence à l’université de Paris Sud, l’appartenance au mouvement des Moudjahidin du peuple était « dans l’intérêt » des réfugiés iraniens pour obtenir une carte de séjour, « la caution des Moudjahidin étant, jusqu’à présent, un élément jugé très positif dans un dossier ». Voir « Expulsions et contre-vérités », par Gérard Boureau, Le Monde, 29 décembre 1987.
[19] « Deux des Iraniens expulsés au Gabon sont reconduits à Londres et à Stockholm », Le Monde, 14 décembre 1987.
[20] « Une entorse au processus de normalisation avec Téhéran ? », Le Monde, 15 janvier 1988.
[21] « M. Chirac : "Nous soupçonnons une complicité entre l’Iran et les détenteurs d’otages" », Le Monde, 16 décembre 1987.
[22] « Les gestes sans équivoque de M. et Mme Mitterrand », par Yves Heller, Le Monde, 9 janvier 1988.
[23] « Les "doutes" et les "réserves" de M. Malhuret », Le Monde, 12 décembre 1987.
[24] « La "normalisation" avec Téhéran va bon train », par Yves Heller, Le Monde, 9 décembre 1987.
[25] « L’aboutissement d’une négociation obligée », Le Monde, 15 janvier 1988.
[26] « Un rapport de l’ONU accuse les Irakiens d’avoir fait "un usage répété" des armes chimiques », Le Monde, 3 août 1988.
[27] « La face cachée des Moudjahidin », par Elaine Sciolino, New York Times, paru dans Courrier International, 10 juillet 2003.
[28] « Iran : Opposition », Les Échos, 9 juin 1993.
[29] « Bonn refoule une opposante iranienne », par Lorraine Millot, Libération, 17 juin 1995.
[30] « Grandes manœuvres dans le Golfe », par Jean-Jacques Mevel, Le Figaro, 15 octobre 1997.
[31] « Triste jour pour la démocratie », Le Figaro, 28 octobre 1999. Pour la réalité de l’état des libertés fondamentales en Iran depuis l’arrivée au pouvoir de Khatami, voir le rapport de la Commission sénatoriale française des Affaires économiques et du Plan et notre article « La société iranienne paralysée », Voltaire, 5 février 2004.
[32] « Iran, Turkey agree to brand People’s Mujahedin, PKK "terrorists" : diplomat », AFP, 28 mars 2002.
[33] D’après un rapport d’Ahmed Rashid consacré aux Talibans, ces derniers auraient accueilli à plusieurs reprises des membres des Moudjahidin du peuple à Kandahar. « The Taliban : Exporting Extremism », par Ahmed Rashid, Foreign Affairs, novembre/décembre 1999.
[34] « Behind the rhetoric, US and Iran cooperating over Iraq », AFP, 1er décembre 2002.
[35] « Iraq-based Iranian opposition welcomes "ceasefire" with US », AFP, 22 avril 2003.
[36] « Ashcroft’s Baghdad Connection », par Michael Isikoff, Newsweek, 26 septembre 2002.
[37] « Iran ’terrorist’ group fins support on Hill », by Sam Dealy, The Hill, 2 avril 2003.
[38] « Iran, Turkey agree to brand People’s Mujahedin, PKK "terrorists" : diplomat », AFP, 28 mars 2002.
[39] D’après un rapport d’Ahmed Rashid consacré aux Talibans, ces derniers auraient accueilli à plusieurs reprises des membres des Moudjahidines du peuple à Kandahar. « The Taliban : Exporting Extremism », par Ahmed Rashid, Foreign Affairs, novembre/décembre 1999.
[40] « Behind the rhetoric, US and Iran cooperating over Iraq », AFP, 1er décembre 2002.
[41] « Iraq-based Iranian opposition welcomes "ceasefire" with US », AFP, 22 avril 2003.
[42] « Ashcroft’s Baghdad Connection », par Michael Isikoff, Newsweek, 26 septembre 2002.
[43] « Iran ’terrorist’ group fins support on Hill », by Sam Dealy, The Hill, 2 avril 2003.

http://www.voltairenet.org/article12526.html

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